Capítulo 41

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PASADO 39

El simposio en Miami me abre los ojos a lo que es la profesión de verdad. El calibre de conocimientos me deja electrificada. Todavía me faltan tantos años de estudios y de prácticas para llegar a esos niveles, que cuando regreso a Maracaibo me siento frustrada.

Mis otros compañeros y los profesores que asistieron al evento no parecen sentirse así. La opinión popular dice que están orgullosos de haber participado. Yo quisiera que hubiéramos sobresalido.

Quizás por eso, dos semanas después, el profesor a cargo del viaje me llama a su oficina. Es uno de los amigos de mi papá, que fue jurado de mi tesis de bachillerato.

—Buenos días —saludo al entrar a su oficina. 

—Siéntese, bachiller. —El profesor señala la silla frente a su escritorio.

Comparte el espacio con dos profesoras y una de ellas está en plena consulta con otro estudiante. Bajo la voz para no molestar.

—¿Quedó algo pendiente después del viaje? —Fui una de las organizadoras pero pensé que había entregado todo lo debido. De resto no sé de qué se puede tratar esta conversación.

—No, no. Pero está relacionado. —La pausa mega larga que hace tiene que ser para joderme la paciencia. Se inclina hacia adelante y continúa—: Los colegas de la universidad en Miami me enviaron un correo. Están abriendo un concurso con beca completa para un estudiante sobresaliente de países menos desarrollados y bueno, lamentablemente Venezuela entra ahí. Pero afortunadamente creo que serías la candidata ideal.

¿Será que alguien robó el suelo debajo de mí? ¿Por qué me siento como si estuviera en caída libre?

—Este...

—Piénsatelo. La aplicación hay que entregarla en dos meses para cumplir los plazos de visado. Esto sería para empezar allá desde el próximo semestre.

—Pero... ¿por qué yo?

El profesor sonríe un poco.

—No es porque tu papá me ganó en dominó, si eso es lo que te preguntas. Aún te quedan bastantes semestres para graduarte y le podrías sacar el queso a la tostada como se debe. Y eres la mejor estudiante de la escuela en este momento, estoy seguro de que nos dejarías en alto.

Algo en mi pecho se estruje.

Nunca se me había pasado por la cabeza dejar a mi familia, a mis amigas. Siempre me imaginé que viviría con mis padres hasta casarme, y de ahí me mudaría a un nuevo hogar cerca. Como hicieron Salomón y Valeria.

Tengo algunos compañeros tanto del colegio como de la universidad que se han ido del país, pero los puedo contar con los dedos de una mano. La situación cada vez se pone peor y a veces echamos broma de que lo que dan ganas es de hacer una maleta e irse pa' el carajo, pero no me imaginé que la posibilidad se me pudiera presentar.

—Entonces, ¿esto es en serio?

—Sí, bachiller. Espero respuesta en dos semanas para poderle hacer la oferta a otro estudiante en caso de que no la quieras tomar.

—Okay. —En este punto ya ni tengo voz.

Ni cuenta me doy de cuando salgo de la oficina. Me siento en una banca bajo una mata de mango a solo existir. Xiomara y Maritza se unen, envueltas en una cháchara que ni penetra mis tímpanos.

Paso varios días así, como si estuviera viviendo bajo el agua y todo se viera lento y distorsionado.

Los primeros con quienes hablo al respecto son mis papás. Ambos pasan por todas las etapas del duelo, varias veces al día, durante la primera semana. Cuando entra la segunda, lo que cunda en casa es el silencio.

Dayana se rehúsa a dejarme ir, pero Valentina la contrapuntea.

—Suena como la oportunidad del siglo —explica Valentina—. Osea, ponlo en perspectiva. ¿Lo lamentaríais si la dejáis pasar?

—Sí, pero también lamentaría irme.

—¿Y cómo no? —Dayana parece como que nos quiere ahorcar a las dos—. Aquí nació y se crió. Nos tiene a todos nosotros. Es más, hasta casi se iba a empatar con un chamo al fin.

Se refiere a Luis Miguel.

Después de la besuqueadera en el cine no nos hemos visto más, pero nos mensajeamos por el Pin cada vez que le dan permiso.

Aunque intenté no hacerme ilusiones al respecto, cada día me era más fácil imaginarme un futuro juntos. Luis Miguel está en la Aviación no porque quiera hacer carrera militar o política, sino para aprender más que nadie sobre todo tipo de aviones. Su meta al graduarse de la academia es usar toda esa experiencia para pasarse a piloto comercial y volarle por encima a los demás candidatos.

Y una vez graduado, sería libre para tener novia y casarse.

A esas alturas, si siguiera aquí, yo todavía seguiría en la universidad por al menos un año más. Podríamos ser novios al menos durante ese tiempo, antes de que ya entre a trabajar a un hospital y no pueda tener vida social. El tiempo estaría justo.

Pero a la vida no le importan los cronogramas.

Maritza y Xiomara, mis amigas de la uni, están tan divididas como Dayana y Valentina. Maritza dice que deje todo botado y me vaya de aquí. Xiomara opina que tanto allá como aquí voy a ser una profesional excelente.

Mi primo ofrece unas palabras salomónicas.

—Cuando le pides la opinión a otros sobre las cosas de tu vida, es fácil no formarse un criterio propio. ¿Y vos, primita, qué queréis hacer de verdad?

El muy condenado a veces le hace justicia a su nombre. O quizás es el hecho de que ya tiene un bebé que le ha tenido que entrenar la paciencia que nunca tuvo.

Y la pregunta da con el clavo. Porque no sé qué hacer.

Irónicamente a solo unos días de tener que dar la respuesta, me pongo a hablar del tema con Luis Miguel. Está de permiso en la base, con lo que tiene acceso a su celular.

Luis Miguel
Estoy de acuerdo con tu primo.

Estoy en mi cama mientras intercambiamos mensajes, con lo que obviamente él no puede ver que estoy sumida en un mar de lágrimas.

Yo
Pero, ¿y nosotros?

Me atrevo a preguntarle porque ya no soy la cobarde que fui en el colegio. Luis Miguel se ha ido metiendo en mi corazón otra vez, como para de nuevo ocupar el espacio que una vez le cedí.

Se tarda tanto en contestar, que empiezo a imaginarme que le dio ladilla y se fue a hacer otra cosa.

Pero en eso entra su mensaje. Y literalmente me cambia la vida.

Luis Miguel
Yo solo quiero lo mejor para tí, Bárbara. Y si eso significa no atravesarme en tu camino, que así sea.

En los años siguientes después de que me fui de Venezuela a estudiar y trabajar en Miami, particularmente en esos momentos donde me sentía sola y abrumada, me pregunté muchas veces si cometí un error garrafal al dejar ir a un chamo tan bueno como Luis Miguel, no una sino dos veces.

Pero como dice la canción vieja de Marisol que le gusta a mis padres, la vida es una tómbola. Porque da vueltas y vueltas.

 Porque da vueltas y vueltas

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NOTA DE LA AUTORA:

JAJA, quienes hayan pensado que ya las cosas estaban resueltas se equivocó. Otro plot twist 💅🏼

Cuando éramos felices y no lo sabíamos (Nostalgia #1)Where stories live. Discover now