Capítulo 2

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PRESENTE 2

Abro los ojos y me consigo con una pesadilla. Martina está parada a un lado de la cama, mirándome como si ella fuera la protagonista de El Aro. Sus largos cabellos rizados forman una cortina sobre mi y aunque mi corazón late a más no poder, pretendo como que no me afecta.

—¿Qué clase de buenos días son estos? —pregunto mientras bostezo.

—Dijiste que me ibas a empezar a contar la historia desde hoy en la mañana. Pues ya es de mañana.

Gruño para que se de cuenta de que no estoy brincando en una pata, pero lo prometido es deuda. Mi hija me da tregua mientras me transformo en un ser humano semi funcional en el baño. Cuando bajo a la cocina consigo el desayuno sobre la mesa y mis dos terremotos lo atacan con violencia.

La única capaz de esa proeza es Martina, lo que me indica el nivel alto de interés en una historia a la cual su padre y yo nunca le hemos dado tanta importancia.

—Matías, ¿tienes práctica hoy?

Él sacude la cabeza mientras se come su queso con arepa, no al revés como debiera ser, y con eso confirmo que no tengo escapatoria.

Los ojos de Martina brillan como cuando su padre me quiere hacer alguna maldad. Sabe que soy su rehén este fin de semana hasta que su padre regrese en dos días y pueda relevarme.

—Bueno. —Hago una pausa para servirme un vaso de jugo de naranja—. Si voy a tener que pasar mi finde contándote todo ese cuento, lo vamos a hacer a mi manera.

—¿Y eso cómo es? —increpa Martina. A Matías todo esto le sabe, se le nota en cómo con una mano juega con su celular mientras come con la otra.

—Para que la historia sea interesante, no puedes saber cuál de los chamos era tu papá.

—Ya va —interrumpe Martina levantando una mano—, ósea que, ¿papi no fue tu primer amor?

Si le contesto la pregunta puedo acabar con esto rápido e irme a ver algo en Netflix. Pero sacar de quicio a mi hija siempre es mucho más entretenido que cualquier serie o película. Y si ella se alborota, tiene potencial de llamarle la atención a Matías que nunca me hace caso.

Es a ellos, y no a la televisión, a quienes extraño cuando estoy trabajando en el hospital.

Mi renuencia se esfuma como espuma en el mar ante ese prospecto. Pongo los codos sobre la mesa para acercarme más a ellos, que se sientan en el lado opuesto.

—Te voy a contar como si estuvieras ahí y no supieras cuál de los dos es el chamo con el que me casé. Si el popular de la clase o el nuevo.

Matías despega los ojos de la pantalla por un segundo y enfoca su atención en el juego una vez más. Pero por algo se empieza.

A Martina no se le escapa nada y el leve gesto su hermano la hace sonreír con picardía. Le ofrezco exactamente la misma sonrisa.

—Todo empezó el primer día de clase de quinto año...

Mientras narro, mi mente se remonta a casi veinte años atrás.

Mientras narro, mi mente se remonta a casi veinte años atrás

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Cuando éramos felices y no lo sabíamos (Nostalgia #1)Where stories live. Discover now