Capítulo 38

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PASADO 36

Después de eso todo cambia para nosotros. Como dice el lema de La Universidad del Zulia, «post nubila phoebus». Después de las nubes el sol.

Nuestros planes de que si la pasantía, el servicio comunitario y la tesis se van al caño. El atraco fue antes del último parcial de cada materia del noveno semestre, y como Tomás había partido los primeros parciales, esas notas fueron suficientes para que pasara las materias de una vez. Dejó de ir a las últimas clases porque sus padres lo internaron en un hospital psiquiátrico por dos meses.

Al principio los del hospital no me querían dejar visitarlo por no ser pariente directo, pero la señora Beatriz les mentó la mamá hasta que se dejaron de guebonadas. Desde esa noche fatídica me agarró mucho cariño e hizo un chanchullo con el hospital para que me registraran como si fuera prima de Tomás. Luego se les quitó la necedad cuando veían que Tomás florecía con cada una de mis visitas.

Así que durante esos meses yo hacía mis pasantías en una empresa de servicios a las petroleras, y me pasaba cada fin de semana con Tomás en el hospital.

Le dieron de alta unas semanas antes de lo planeado porque reaccionó muy bien al curso de fármacos y a la terapia.

—Mi doctor dijo que tengo que enfrentar mis miedos —explicó Tomás unas semanas después, sentados en la feria de comida del Doral con su hermana—. O sea, tengo que enfrentar la vida.

—Uy, sí. Da miedo la vida —concordó su hermana con un estremecimiento exagerado.

Yo me estiré para agarrar las dos manos de Tomás sobre la mesa.

—Mira, ¿tu doctor no nos puede hacer un dos por uno? —Sonreí con un poco de dolor.

—A ti no te hace falta, gracias al cielo. —Tomás levantó una de mis manos y la besó.

—Ay, ustedes si son melosos. Me voy a comprar algo salado para que se me pase el sabor azucarado de la boca —anunció Andrea levantándose de la silla.

Esa fue otra cosa que cambió. Ya ni él ni yo nos atrevimos a salir los dos solos. O cada uno por su cuenta. Nuestras citas ahora son en centros comerciales de los mejorcitos y al menos con Andrea, sino con los de la universidad también, o en doble cita con Valentina y Gustavo. Sino, nos visitamos en nuestras casas con todas las familias en pleno.

No solo la posibilidad del striptease que me había prometido se ha esfumado con eso, sino también lo que pensé que iba a ser el curso de este año. Íbamos a hacer la pasantía y el servicio comunitario juntos. Pero yo termino la pasantía primero y hago el servicio comunitario con los demás panas sin Tomás. Presento la tesis con Javi cuando apenas Tomás empieza a trabajar en la suya. Y hasta me gradúo antes que Tomás, en vez de juntos. Queríamos tener más citas como la de ese día, explorando toda la ciudad. Teníamos la idea de viajar por el país los dos solos.

Ahora salir de nuestras casas es una batalla. De hecho, no sé cómo logramos venir a este amanecer gaitero.

No, sí sé por qué. Es en un club privado con una seguridad de esas que los guardias tienen armas hasta en los dientes. Aquí solo viene gente muy pudiente y si no fuera porque los padres de Tomás están dispuestos a gastar bastante plata para que su hijo tenga una vida más o menos normal, no estaría aquí ni yo ni el resto de nuestros amigos de la universidad.

Tomás y yo estamos haciendo una pausa del bailoteo en dos sillas. Vino con pantalones negros de vestir y una camisa verde esmeralda como le pedí. Hace juego con el ruedo de mi vestido, que de resto es del mismo azul que el color que representa la Facultad de Ingeniería de donde soy graduada, y de donde Tomás se gradúa en un mes.

Con la maleta llena de sueños (Nostalgia #2)Where stories live. Discover now