Capítulo 5

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PASADO 4

«¿Por qué cojones me ha tocado este grupo?».

Una semana después estoy sentada en un círculo de pupitres chuecos con tres sifrinos y Erika. Anderson sacude la tabla del escritorio de su pupitre para embonarla de nuevo en su sitio después de que se salió cuando el se sentó en la silla. La expresión de su cara es asco sin destilar. Me reservo el comentario de que los pupitres de mi liceo estaban en peor estado.

La misma cara de asco la tiene la tal Andrea cuando nos mira a Erika y a mí. No soy la única que se dio cuenta porque Erika le está lanzando rayos láser con sus ojos. Da pinta de que posiblemente armen verguero en algún punto del proyecto. Mientras tanto, el top de Erika no le para la mínima bola. Nunca había visto a nadie más obsesionado con su celular. Tampoco había visto a nadie que tipeara mensajitos tan rápido. ¿No le duelen los pulgares?

—Aja bueno, ¿de qué vamos a hacer el proyecto? —Vuelvo a observar a cada uno cuando me ignoran.

—No sé —balbucea Erika, mirando a Tomás de reojo. A lo mejor por eso es que él está tan pegado del teléfono, para no tener que calarse la buceadera depravada de Erika.

—Obvio que ustedes no tiene idea de qué marcas usar. —Andrea suelta una risita de esas que le suben la tensión a uno—. ¿Si quiera alguna vez han usado algo de marca en sus vidas? No sé, así sea Graffiti.

—Ahora se llama No Puede Ser —espeta Erika, como si el nombre de la tienda fuera lo más importante aquí y no como que Andrea nos estuviera llamando patas en el suelo por comprar en un sitio con súper descuentos. No que yo haya comprado en No Puede Ser en mi vida. Cada prenda de mi vestuario viene del negocio de mis papás... que vienen de China primero. Pequeños detalles.

Lo que más me parte las bolas es el bufido de Anderson.

—No se crean que vamos a sacar más nota por hacer el proyecto sobre Luis Vuitón o Guchi. —Me cruzo de brazos, pero lo que pensé que era buena estocada les hace partirse de la risa.

—¿Dijo Gucci o Fuchi? —Andrea le da una palmada al brazo de Anderson y él se ríe con más ganas.

Una calor volcánico revienta en mi pecho y sube hacia mi cara. Antes de que salga por mi boca en forma de «váyanse a mamar, cuerda 'e coñoemadres», logro apretar la quijada y guardar silencio.

«Acordáte de tu propósito de año nuevo», me digo a mí misma. La universidad es mi borrón y cuenta nueva. No voy a dejar que esta cretina deshaga mi progreso hacia una Dayana más segura de sí misma.

—En vez de burlarse, ¿por qué no aportan ideas? —pregunta Erika levantando el mentón y de vaina no le doy un beso. Pero en eso vuelve a mirar a Tomás y lo agarra frunciendo el ceño, entonces Erika dice—: Digo yo, nada más es una sugerencia.

Pongo los ojos en blanco con tanta violencia que me mareo.

—¿Qué tal Microsoft? —Se hace una pausa en el zaperoco donde todos nos enfocamos en Tomás. No estoy acostumbrada a su voz porque casi no habla y por un momento se me olvidó que está en frente de mí—. ¿O Apple? Quizás sería interesante comparar a las dos.

—Ay pero Tomasito —empieza Andrea, palmeándole el brazo. Ese como que es su tic—. Estas dos seguro ni tienen internet para investigar.

Observo a mi alrededor a ver si alguno de los otros grupos la está pasando tan mal como yo, pero la gente se ve normal, algunos hasta se ven emocionados con sus discusiones. Justo en este momento Javier se está riendo de algo que le debe haber dicho Yael y cuánto quisiera haber quedado en ese grupo.

Con la maleta llena de sueños (Nostalgia #2)Where stories live. Discover now