Capítulo 33

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PASADO 32

Después de sobrevivir el atroz octavo semestre, que aparte de un récord de parciales incluyó un atraco dentro de la universidad, arrancamos el noveno semestre con ganas de irnos para el coño. Dígase, de hacer la famosa Gira Técnica de Ingeniería Mecánica de LUZ.

Solo falta este semestre y otro más en teoría, si no hay más paros universitarios, así que en un año nos graduamos. A estas alturas nadie quiere quemarse las pestañas estudiando como lo hemos hecho por cuatro años. Se siente un poco como la apatía que le entraba a uno en quinto año de bachillerato, cuando estás tan cerca pero tan lejos de la meta que es la graduación. Con esto, es el momento perfecto para irnos de juerga por todo el país.

Obviamente cuando recaudamos fondos y rogamos por patrocinios para irnos de gira, la vendemos como que vamos a visitar empresas por todo el país, entregar nuestros curricula y maximizar los chances de obtener un trabajo fijo después de la graduación. Pero gracias a las historias que pasa generación de ingenieros mecánicos tras generación, sabemos que el objetivo más importante de la gira es pasarla bien.

Y desde la primera noche en que salimos de Maracaibo en un bus cama nos la pasamos super bien. Literal, casi toda la noche cantamos La Botella y nos turnamos varias botellas de Cacique y de Smirnoff.

La primera parada es a Punto Fijo, que siendo puerto libre nos permite aprovisionarnos de más caña a precios solidarios. Yo me quedo en el bus mientras los muchachos hacen la operación, y en eso empiezan a hacer viaje tras viaje de la tienda al bus, buscando cada rincón donde meter cajas y más cajas de botellas.

—¿Creen que cuarenta cajas de ron, tequila y vodka serán suficiente? —musita Yael ya cuando hemos logrado arrancar otra vez.

—Qué molleja, nos vamos a volver destilerías —suelta Dimas con una carcajada que nos contagia a todos porque la verdad es que ya estamos enratonados.

Otro día más de carretera transcurre empinándonos botellas y perreando en el bus. Con la excusa de que todo el grupo está hecho una masa amorfa en la oscuridad de la noche del bus, aprovecho para sonsacar a Tomás a que baile conmigo como lo hice hace años en vía al congreso en Caracas.

A diferencia de aquella vez, ahora él es mucho más intrépido. Desde detrás de mí, rodea mi estómago con un brazo hasta que quedo totalmente pegada a él.

Alguien le pide al conductor que vuelva a poner La Botella y mientras los demás se alborotan, yo me derrito contra mi novio. Mi cuerpo se amolda al suyo y nuestras caderas se mueven a un ritmo que con todo y que ahora es familiar, me hace perder los sentidos. Siento su respiración cálida acariciar mi cuello y luego sus labios la reemplazan.

Miércoles, si seguimos así nos vamos a comer en medio bus y todo el mundo se va a dar cuenta de que estamos juntos.

En un momento sorprendentemente sobrio, atino a observar a nuestro rededor. Justo delante de nosotros está Javi abrazado de medio lado con Enzo mientras corean la canción a todo pulmón. Creo que Javi está haciendo esto a propósito, y aprovecho para poner un poquito más de distancia.

—Ya yo no sé cuántas veces te he sacado las patas del barro —murmura Javi al día siguiente de camino a nuestra primera visita técnica de verdad. Vamos sentados juntos en el bus con nuestras chemises de la promoción, todos bañaditos y arregladitos a pesar de que olemos a puro níspero.

—Ya sé. Pero pronto nos graduamos y...

—Sikiú Dayana Rodríguez Rincón, ¿no me digáis que lo pensáis mantener en secreto hasta la graduación?

—Chito. —Pongo mi dedo contra mi mentón y me levanto un poco para mirar alrededor.

Nadie nos hace caso. La mayoría están dormidos y los que no, están pegados de una película que está rodando en los televisores del bus cama. Vuelvo a sentarme.

Con la maleta llena de sueños (Nostalgia #2)Where stories live. Discover now