Capítulo 32

294 63 24
                                    

PRESENTE 8

Ah, por eso era que cuando Bárbara le estaba echando el cuento a sus chamos ella se guardaba tantos detalles. No era tanto por mantener el misterio de quién era el marido, sino que no se le puede revelar a los bebés que sus papás, y en mi caso sus tíos, se portaban un poquito calenturrones. Así que les cuento cada momento más subido de tono en plan «y me abrazó», cuando en realidad él me dejó un chupón en el cuello, o «lo besé» cuando le causé una crisis debajo de su cintura.

Valentina tiene rato aguantándose la risa porque ella sí sabe lo que pasó de verdad. A ella se lo contaba en persona cuando me agarré de valor, y a Bárbara se lo contaba por el Messenger Q.E.P.D.

Me frunzo toda de pronto ante una molestia en mi barriga. A estas alturas no sé si es el bebé moviéndose o si son ganas de ir al baño, con lo que lo mejor es asegurarse de no pasar vergüenza.

—Bueno, hay que hacer una pausa mientras voy al baño. —Empiezo el arduo proceso de levantarme del sofá.

—Déjame ayudarte. —Valentina me agarra de los brazos y entre las dos forcejeamos hasta que me pongo de pie.

—Adriana, quedáis a cargo de los terremotos —ordeno.

—Sí, señora. —Ella hace un saludo militar.

—Y cuando vuelvas danos más detalles —agrega la perspicaz de Martina, como si me estuviera leyendo la mente y supiera que voy a refinando lo más jugoso.

—Yo creo que debiéramos hacer pausa por hoy. Te veis como un panda hinchado con tremendas ojeras —comenta mi mejor amiga como si fuera un cumplido mientras me ayuda hacia el baño de huéspedes.

—Ya te quisiera ver a punto de parir a ver si te vais a ver mejor. —Sus labios se estiran en una sonrisa de esas que no llegan a los ojos—. Este, perdón. Vos sabéis a lo que me refiero.

—No hay rollo. —Abre la puerta del bañe y continúo balanceándome con su apoyo—. Yo lo decía echando vaina pero quizás me pasé.

—Me pasé fui yo. —Me tiembla el mentón como con ganas de llorar. Estas pajúas hormonas me tienen que no me aguanto ni yo misma. Valentina chasquea su lengua pero me da un abrazo rápido.

—En fin, no necesitáis mi ayuda pa' hacer tu asunto, ¿verdad?

—Uy, no. Tranquila, la cosa no es tan grave. —Miento. No tengo idea de cómo me voy a levantar del sanitario pero son demasiados detalles como para compartirlos.

—Bueno, entonces yo aprovecho pa' empezar a recoger a los chamos. —Hace una pausa un segundo después de darse la vuelta—. Ah, por cierto. Mañana me quedo a trabajar hasta tarde así que me releva tu hermano.

—Noooo. Salomón no puede oír lo que pasa después en la historia. Se va a poner a hablar de salchichas otra vez.

Valentina se carcajea.

—A ver, él sabe que no te preñaste sola.

—Ya, pero mejor que siga pensando que nunca hice perrocalientes fuera de la cocina.

—Qué vaina con ustedes... —Se aleja riéndose y sacudiendo la cabeza.

Mientras tanto, yo me voy a pelear una batalla contra la naturaleza y como todavía es temprano, a lo que salga les cuento lo siguiente que pasó y los dejo en ese suspenso hasta mañana.

Carajo, creo que me debiera meter a novelista. Esto es divertido. Aunque la siguiente parte tiene más drama del que los chamos sospechan.

PASADO 31

Con la maleta llena de sueños (Nostalgia #2)Where stories live. Discover now