Capítulo 2

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PASADO 1

—Ya sabéis —Salomón apaga su carro, ladeándose para hablarme de frente, y continúa—: aquí lo que hay es pura salchicha, así que si alguien si quiera te mira raro me avisáis y yo se la corto.

No sé si reírme o llorar. Al final escojo la tercera opción, que es darle un puñetazo en el brazo.

—No seáis tan dramático, ar favor. Si yo fui a un liceo mixto.

—No es lo mismo. En el liceo había supervisión pero en la universidad todo es un desmadre. Que lo diga yo. —Frunce el ceño, probablemente acordándose de todas sus andanzas de latin lover en su época universitaria, que apenas terminó hace unos meses. Aparte está casado con la mujer de sus sueños, según sus propias palabras, así que sus andanzas quedaron en el pasado.

Mi hermano Salomón es un pelmazo a mis ojos, quizás porque crecí viendo lo holgazán e insoportable que era en la casa, pero nunca le faltaron novias que o le rompieran el corazón, o él a ellas. Así que puede que algo de lo que dice sea cierto. A lo mejor uno medio pierde la cabeza al estar rodeado de tanta gente de tu edad sin que los adultos te paren la mínima bola.

Lo que Salomón no entiende es que yo saqué todo el sentido común que había en la piscina biológica y que él no agarró.

—A diferencia de ti, yo no soy toro enamorado de la luna. Yo vengo aquí a estudiar, no a farandulear. —Pongo los ojos en blanco y abro la puerta, lista para salir del microondas sin aire acondicionado que es el carro de mi hermano y hacia el horno que es el aire libre. Pero en eso él vuelve a abrir su bocota.

—A todas éstas, ¿por qué decidiste estudiar una vaina de puros hombres?

Succiono aire entre los dientes como si me hubiera apachurrado el dedo chiquito del pie contra un mueble. Cuando volteo, mi mirada asesina solo hace que él levante una ceja.

—¿Qué acaso las mujeres no pueden estudiar ingeniería mecánica? —espeto con todo el veneno en mi voz que solo una hermana menor puede conjurar.

—Mija, guarda las ojivas nucleares. A lo que me refiero es que papá y mamá lo que son es comerciantes y yo periodista. ¿De dónde sacaste ser ingeniero?

—Ingeniera —corrijo y tomo un respiro profundo. No es el primero que me hace la pregunta o que me la hará en el futuro. Pero ni con que sea mi hermano le debo explicaciones. En lugar de eso digo—: Si de verdad eso es lo que queriáis saber, ¿por qué lo tuviste que preguntar tan mal? ¿De verdad te graduaste de periodista o falsificaste el título?

Salomón lamentablemente está muy acostumbrado a mí, y no cae en el intento de distracción vía arrechera. En vez de eso levanta un hombro.

—Se me da mejor escribir que hablar, por eso trabajo en un periódico. —El repentino brillo de sus ojos me pone nerviosa—. En fin, ya sabéis. Mamá está en la tienda hoy así que no te va a poder venir a buscar después de tus clases, y papá...

—Sí, sí, yo sé que está noqueado. —Esta vez no es por una resaca de esas producto de muchas partidas de dominó con tío Aristóteles, sino que acaba de volver de comprar mercancía en Maicao.

—Así que te busco yo en la tarde, y cualquier cosa —dice con expresión amenazadora acercándose a mí—, y de verdad digo cualquier cosa, que algún pendejo de estos te diga que sea medio rara, me llamáis al Nokia y vengo corriendo con un machete a rebanarle la salchicha.

—Ay, ya. —Me encojo como si fuera una pasita.

Estira su manopla gigante y, antes de que pueda reaccionar, la frota sobre mi cabeza y me arruina el peinado. Intento escaparme del ataque pero se me olvida que había abierto la puerta. Así que al poner distancia entre mi hermano y yo, termino cayendo de culo en pleno estacionamiento.

Con la maleta llena de sueños (Nostalgia #2)Where stories live. Discover now