Capítulo 10

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PASADO 9

Tres meses pasan simultáneamente como si fueran tres días y tres años. A veces estoy haciendo algo normal como lavarme las manos o peinarme el pelo, y me freno en seco ante el súbito pensamiento de que soy una estudiante universitaria y he sobrevivido mis primeros parciales. ¿En qué momento pasó eso?

Por otro lado, siento como si hubieran pasado siglos sumergida en clases y estudios. Cuando me dieron el cronograma de clases hace unos meses, pensé que al tenerlas todas en las tardes me daría mucho tiempo de estudiar todas las mañanas. Y aunque lo intento, entre el cansancio y las guías de estudio que paren como conejos, siento como que nunca termino de estudiar.

No soy la única sufriendo, mis compañeros que antes llegaban al salón de clase justo a la hora de clase, ahora llegan horas antes para sentarse en los pasillos a estudiar juntos. Javi fue el que me dió el dato, así que ahora él y yo nos montamos en el Ruta 6 y venimos a la facultad desde la mañana a estudiar con los demás.

Ah, sí. Ahora el me llama Daya y yo lo llamo Javi.

Justo ahora estoy sentada en el piso del Ala A con Javi, Erika, Yael, un chamo que se llama Dimas Márquez que estaba en el grupo de Comunicación y Lenguaje con Javi, y una chama que se llama Juliette Palmar. Resulta que Dimas es bueno con Álgebra, así que todos estamos al rededor de él intentando entender cómo no perder el juicio ante una matriz de diez por diez a la que le tenemos que sacar la diagonal, la inversa, y vaya usted a saber qué más.

—No es tan difícil —dice Dimas con todo el privilegio de alguien que entiende—, solo hay que seguir la secuencia en orden. Primero ésta fila con ésta columna, luego ésta y ésta...

Me echo para atrás para regresar a mi cuaderno y hacer un diagrama con la secuencia.

—Sé que el profesor explicó esto en clase pero, ¿por qué no se me queda?

—Es que son demasiadas cosas nuevas —contesta Javi a mi lado. Suspira como si fuera un viejo de ochenta años ya cansado con la vida. No lo culpo.

—Sí, es como que cada profesor cree que su materia es la única que estamos estudiando. —Termino de anotar la secuencia recordando que en esa misma clase el profesor explicó como cuatro temas diferentes. No me debiera sentir tan mal si se me escapó algún detalle.

—Oí que a los de Ingeniería Industrial les están dando matrices de tres por tres —comenta Yael y el grupo entero protesta.

—¡No puede ser! Eso no es justo. —Erika cruza los brazos, su cara igual de linda cuando está gruñona.

—¿Verdad que no? A todos nos debieran dar lo mismo —concuerda Juliette.

—Mejor sería si a todos nos dieran matrices de tres por tres. —Los hombros de Dimas se sacuden con una risa.

—No marico, nos debimos meter en una de las universidades privadas. —Yael hace un gesto como si fuera a contar un gran secreto y todos nos acercamos—. Mi primo que estudia en una de esas me dijo que les dan matrices de tres por tres y aparte pueden usar calculadora en el examen.

Ahí sí que todos nos picamos.

—No joda, así es demasiado fácil.

—Pero, ¿quién los va a contratar con una educación así?

—Bueno en ese caso nuestro sufrimiento no es en vano.

Ante el giro de la conversación se hace un silencio en el que asumo que, como yo, los demás también meditan los méritos de este sufrimiento en el que nos vemos atrapados. Pero en eso me cruje el estómago. Agarro el brazo de Yael a mi otro lado y miro su reloj.

Con la maleta llena de sueños (Nostalgia #2)Where stories live. Discover now