Especial 11 Millones De Leídos | VO

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¡Muchas gracias por esos once millones! Este especial es mi manera de darles las gracias *-*

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¡Muchas gracias por esos once millones! Este especial es mi manera de darles las gracias *-*


―¿Ha visto a mi esposa? ―le preguntó Charles a la mujer de espaldas a él.

Vistiendo un apretado vestido blanco y el cabello castaño suelto moviéndose al ritmo del viento que se colaba por la ventana abierta, la mujer se movió con gracia al girarse y avanzó hacia él. El sonido de los tacones se intensificó, volviéndose eco, a medida que su andar continuaba. Le colgó los brazos al cuello y le sonrió con los labios arropados por el labial rojo.

―No, Su Alteza. La perezosa debe estar durmiendo todavía.

―No me extraña. A esa mujer le encanta mi cama.

―Especialmente cuando hay cierto hombre desnudo en ella.

Él sonrió justo antes de que ella le estampara un beso en la boca.

―Hola, precioso.

Mirándola fijamente a los despampanantes ojos verdes, le envolvió los brazos alrededor de la cintura para aferrarla a él.

―Hola, preciosa.

―Te fuiste temprano.

―Lo siento. Tenía programada una reunión con mi padre.

―¿Cómo está?

―Mejor.

Pero él tenía un brillo triste en los ojos que parecían gritar «está bien, pero no lo suficiente». Pocos meses después de haber culminado el tratamiento contra el cáncer, los estudios revelaron que el tumor que había aparecido se había vuelto muy pequeño y que requería de una operación. Durante ese proceso, el médico informó que era necesario un trasplante de medula ósea. Charles se realizó los estudios pertinentes y una vez que se comprobó la compatibilidad se procedió, poco tiempo después, a la operación. El procedimiento había sido exitoso. Sin embargo, el rey había quedado neurológicamente afectado y los médicos le diagnosticaron un inicio precoz de la demencia. Con la medicación adecuada, el rey había logrado volver a la normalidad. Para un hombre terco como Edward aquello no era suficiente.

Su diagnóstico menguó las capacidades para ejercer su cargo y temía que algún día antes de su muerte su padecimiento le impidiera cumplir con sus obligaciones. Así que había decidido pasar sus últimos años en completa calma. Lo que significaba que la regencia que Charles había ejercido una vez de forma temporal estaba cada vez más cerca de volverse permanente.

Charles creía que su padre estaba actuando sin pensar claramente en sus acciones, que se estaba precipitando. Después de todo, con el medicamento que ingería lucía igual de alerta y alegre que siempre. Aun así comprendía su deseo. Una vida tranquila, alegre, feliz. Era lo que quería para sus últimos años.

Un príncipe en apuros (PARTE 1 Y 2) - SLC | YA EN LIBRERÍASWhere stories live. Discover now