Capítulo 32 | Borrador SP

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Anna borracha podía ser bastante infantil

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Anna borracha podía ser bastante infantil. Le tocó experimentarlo cuando, al bajar del auto, saltó fuera del mismo y echó a correr hacia el interior de la casa mientras gritaba «¡atrápame!». Por desgracia, parecía que era muy buena ocultándose, porque llevaba casi diez minutos recorriendo el interior y aún no había dado con ella.

―Anna Mawson ―la llamó―. Ya es tarde. Ven aquí.

Aguardó unos segundos en silencio con la esperanza de escuchar algo que pudiera delatar su ubicación. Nada. Ni siquiera una de sus risitas de borracha.

Charles soltó un suspiro de frustración.

―Estoy comprometido con una niña ―musitó para sí―. ¡Anna!

La puerta que tenía en frente daba a la piscina. Anna no sabía nadar. Dudosamente se acercaría al agua, ni siquiera por algún rastro de curiosidad. Pero, estando borracha, era fácil imaginársela en el borde de la misma, tambaleándose sobre los altos tacones escasos segundos antes de caerse al agua.

Avanzó en grandes pasos y abrió la puerta.

Allí estaba. Sin los tacones ni el vestido, solo con la pequeñísima ropa interior que había escogido para esa noche. En cuanto lo vio, Anna comenzó a dar saltitos como niña mientras señalaba el agua.

―¡Ven, nademos un rato!

―No. Tú no sabes... ¡No!

Charles corrió hacia ella cuando la vio avanzar hacia la piscina. La detuvo tomándola de la muñeca y tirando de ella hasta él. Casi de inmediato, Anna dio un gran salto, enrollándole las piernas alrededor de la cintura.

―Yo nunca, nunca, dejaré que tomes de nuevo ―gruñó él.

―¿Por qué, mi príncipe azul? ―soltó una risita mientras deslizaba los dedos alrededor de sus ojos―. Tienes los ojos azules.

―Veinticuatro años viviendo con ellos y ni me había percatado que son azules ―repuso en tono burlón.

―Son muy bonitos. Tan bonitos como tú. Y tú me gustas mucho.

Anna le estampó un sonoro beso en la boca.

―¿Me llevas a la cama para hacer el amor?

Charles enarcó una ceja.

―Te llevaré a tomar un baño. Después a dormir.

―No, dormir no. El amor.

―Me lo pensaré de camino a la cama.

Aunque la oyó protestar, utilizando palabras que solo ella podría entender, se dio la vuelta con ella encima y recorrió el largo camino hasta su habitación. Intentó ponerla en la cama, pero ella mantuvo sus brazos enroscados en su cuello y las piernas alrededor de la cintura. Charles le obsequió una mirada a modo de regaño, pero todo lo que hizo ella fue reír.

Un príncipe en apuros (PARTE 1 Y 2) - SLC | YA EN LIBRERÍASWhere stories live. Discover now