Capítulo quince | VO

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―¿Cómodos, cierto? ―se burló él mirándola a través del espejo retrovisor.

Sus ojos verdes lucían como los de una leona cuando amenazan a sus cachorros. Si hubiese podido hablar, Anna Mawson lo habría mandado al infierno miles de veces.

―El lugar al que vamos te agradará. Es nuestra casa de campo.

Anna agitó los hombros, gruñendo palabras que nunca se entendieron.

―No he ido allí desde hace un par de años. Es posible que esté todo lleno de polvo, pero si abrimos las ventanas no molestará. El aire de campo se llevará el olor del polvo. Me parece que el campo es algo de tu agrado, ¿no?

¡Imbécil!, chilló en su cabeza.

―Decir que es una casa de campo es algo muy simple. En realidad siempre me pareció como una pequeña réplica de un castillo. Cuenta con tres pisos, cerca de quince habitaciones, nueve baños, una cocina, dos salas, tres comedores...

Anna gruñó.

―Detecto que no te interesa. Vamos, Anna. Lo encontrarás acogedor.

¡No en esta vida!, gritoneó en su mente.

―También tenemos una biblioteca, una gran biblioteca. Mm, y algo muy interesante. Tiene pasadizos secretos. Esa propiedad es una maravilla.

La miró por el retrovisor. Tenía los ojos fruncidos, mirándolo fijamente.

―Se está tornando aburrido hablar solo.

Estacionó el auto en la orilla de la carretera y abrió la puerta del mismo. La brisa helada de la noche lo golpeó en los brazos. Había recordado cuan frías son las noches en este lugar. Por suerte, ambos viajaban en la comodidad de su Bentley EXP 10, cálidos y protegidos. Se frotó las manos y acto seguido abrió la puerta de atrás.

―Nos faltan quince minutos de camino, tal vez menos, no lo sé, pero pensé que te sentirías más cómoda sin ataduras.

Envolvió los dedos en la corbata y tiró de ella. Acercándosele, desató la que cubría su boca.

―¡ESTÚPIDO, IMBÉCIL, TE ODIO! ¡IDIOTA! ―vociferó.

―Música para mis oídos ―se burló.

Se deshizo del nudo que ataba sus muñecas. Anna extendió las manos contra su pecho y lo apartó. Salió del coche y emprendió la huida hacia ningún lugar.

―¡AUXILIO, AUXILIO! ¡ESTO ES UN SECUESTRO!

Charles se frotó el pecho con suavidad.

―Estamos en medio de la nada. Lo sabes, ¿verdad?

Ella echó la cabeza hacia atrás y emitió un grito.

―¡GRACIAS, DIOS MÍO! ¡SERÉ LA HIJA DE PERRA QUE MATE A ESTE DESGRACIADO!

Cerró las manos en puños y se precipitó contra Charles. Él, sonriendo, retrocedió la misma cantidad de pasos que ella avanzaba.

―¿Qué es un secuestro de vez en cuando?

Anna le lanzó un derechazo que esquivó con éxito.

―Vamos, Anna. La idea de venir aquí era hablar, no pelear.

Volvió a intentar lanzarle un golpe.

―¡Quédese quieto y así podré romper su estúpida cara, Su Excelencia! ―musitó despectivamente.

―Le tengo mucho aprecio, gracias. Es la única que tengo.

―¡No te quedará ni siquiera un poro abierto cuando te de lo que mereces!

Un príncipe en apuros (PARTE 1 Y 2) - SLC | YA EN LIBRERÍASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora