Capítulo 1 | VP

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―En lugar de acostarte con todas las mujeres que se te cruzan en el camino, debiste pensar en que este momento tarde o temprano llegaría

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―En lugar de acostarte con todas las mujeres que se te cruzan en el camino, debiste pensar en que este momento tarde o temprano llegaría.

Charles observó fijamente a su padre. Tenía el ceño fruncido y la mirada de alguien cansado de repetir las mismas palabras. Le parecía tener un par de años más que la noche anterior, afectado por la discusión que no paraba de iniciarle cada vez que podía. Pero él también estaba cansado. Cansado de que su padre insistiera siempre en decirle lo que debía hacer ¿Qué ganaba con eso? Discusiones, porque testarudos como eran, ninguno de los dos daba su brazo a torcer, un rasgo que compartían.

―Hasta hace una semana eso no te importaba ―le dijo Charles, pasándose los dedos por el cabello negro azabache.

Edward hizo girar en sus dedos la pipa de madera.

―Hace una semana no despertaste desnudo en un hotel.

―Un hotel que le pertenece a un amigo de la familia.

―Piensa un poco, muchacho estúpido ―gritó su padre―. Despertaste desnudo en la fuente del jardín de un hotel de una persona que ha sido amiga de la familia por años. Saliste en todos los periódicos diarios y las fotos se filtraron por internet.

Charles expuso su dentadura.

―He hecho un buen servicio entonces. Ya sabes, para esas mujeres solteras, y así de una vez le damos algo de promoción al hotel.

Los ojos de Edward se oscurecieron.

―¡Charles, con un demonio! Esto no es una broma. No sólo te afecta a ti, cabeza hueca.

―Bueno, ¿qué es lo que te molesta? ―se levantó bruscamente del asiento―. Me he comportado de la misma manera durante años.

―Ya has crecido. Tienes casi veinticinco años y yo ya estoy cansado de regañarte como si fueras un niño.

Edward se llevó las manos a la espalda y se acercó al gran ventanal de su despacho mientras hacía girar la pipa, vacía, con los dedos. Había pasado los últimos dos años luchando incansablemente contra una severa pulmonía, por lo que abandono el mal hábito de fumar. Inició sin previo aviso, o los síntomas eran claros, pero el ajoro de vida que llevaba no le permitió fijarse a tiempo. Se encontraba una mañana de mayo desayudando con su familia cuando el primer vértigo lo atacó. Sin embargo, pese a la enfermedad, continuó con sus obligaciones como el monarca de Reino Unido. No era una labor tan difícil después de todo. Su sistema político parlamentario actual era mucho más flexible que antes, pero sus decisiones no eran realmente atesoradas. Era, más bien, una cara para representar a su país. Eso era todo. A pesar de ello, ser rey no era un simple juego de niños.

Esperaba que su hijo pudiera entenderlo algún día. Una parte de ese problema fue culpa suya. Tras el fallecimiento de Olive, cuando Charles apenas tenía cuatro años, una sombra oscura de tristeza se situó sobre su pequeña y ahora rota familia. Él iba a echar de menos a su esposa; Charles, a su madre. No tenía como llenar ese vacío, por lo que creía que, si le daba todo lo que él pidiera, podría apagar un poco el dolor.

Un príncipe en apuros (PARTE 1 Y 2) - SLC | YA EN LIBRERÍASWhere stories live. Discover now