Capítulo 20 | Borrador SP

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Anna agradeció en silencio que los días en el hospital transcurrieran con rapidez

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Anna agradeció en silencio que los días en el hospital transcurrieran con rapidez. Le tocó pasar una larga semana en cama, comiendo bajo en sal y durmiendo demasiado. Gracias a Dios, hoy le habían firmado el alta.

Sin embargo, concluyó que estar en el hospital no era tan espantoso. Su familia pasaba gran parte del día con ella, al igual que Zowie y Peete, quienes venían después del trabajo.

Y Charles, que se quedaba a dormir para irse en la mañana a Buckingham y regresaba en la tarde con un ramo de rosas distinto. Le entristeció pensar que se marchitarían, pero dicha tristeza desaparecía al ver una rosa de plástico idéntica a las otras en medio del ramo, para que nunca se marchitara. Hacía un gran esfuerzo para no echarse a llorar.

Estiró las piernas en el interior de la limosina. Aún le dolía un poco hacer cualquier movimiento como aquel. Acomodó la cabeza sobre el hombro de su hermano y le sonrió. Se percató de la ruta atípica que no llevaba a su departamento, el de Charles o Buckingham. Lo único que sabía es que su familia, Peete y Zowie iban con ella. Solo faltaba Charles. Se le hizo extraño que no pasara por ella en persona. Solo envió una limosina.

―¿A dónde vamos? ―preguntó Abraham.

Los seis pares de ojos voltearon hacia ella.

―¿Qué no lo sabes tú? ―preguntó Abraham.

―No. No he hablado con Charles desde la mañana.

―Pues deberías. Son casi las tres de la tarde y no sabemos a dónde vamos.

Anna notó que la limosina giraba hacia la izquierda. Observó por la ventana los amplios jardines de entrada a la Avenida London Dry. Frunció los ojos y se remojó los labios. ¿Qué hacían allí? Las villas en London Dry eran las de mayor precio en el mercado, sin mencionar que contaban con una seguridad de oro y la privacidad era...

Chasqueó la lengua cuando la comprensión dio su salto de gracia.

―Oh, Charles ―murmuró entre dientes―. Maldito multimillonario.

―No estarás insinuando que compró una de estas villas, ¿verdad? ―Alice comenzó a gritar―. ¡Estas villas con carísimas! ¡La más económica cuesta casi dos millones de libras!

―A estas alturas, no me sorprendería.

La limosina avanzó calle arriba. Los primeros cinco minutos, intentó adivinar cuál de las cinco casas que habían dejado atrás era su destino, pero no se detuvieron frente a ninguna. Solo avanzó y avanzó.

Diez minutos más tarde, la limosina detuvo la marcha. Observó por la ventanilla una torre de vigilancia a ambos lados de la propiedad, en cuyo interior flanqueaban la entrada dos guardias. El chofer cruzó unas rápidas palabras con ambos y los portones se abrieron para permitirles el acceso. Le sorprendió la rapidez con la que el chofer abandonó el auto y abrió su puerta en cuando se detuvo.

Un príncipe en apuros (PARTE 1 Y 2) - SLC | YA EN LIBRERÍASWhere stories live. Discover now