Capítulo sesenta y tres | VO

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Él estaba de pie, cerca, tan cerca que podía sentir el golpe de su respiración contra su rostro. Su bellísimo par de ojos azules parecían un mar embravecido, y en ese momento se sintió como un pequeño bote que estaba a punto de hundirse.

―¿Por qué me lo ocultaste? ―demandó él.

Cameron apareció entre las sombras sin darle tiempo a entregarle una respuesta. Se detuvo a pocos centímetros de Charles y, mientras exponía una sonrisa de loco, descansó la mano izquierda sobre el hombro de su prima.

―Si, Anna ¿Por qué no le dijiste? ―Cameron se acercó, y ella retrocedió la misma cantidad de pasos.

Anna enfocó su atención en Charles.

―No quería preocuparte.

―¿Y por qué no le has contado sobre mí? ―era Carter que, en un parpadeo, estaba de pie junto a Charles.

Anna sintió la tensión acumularse en su cuello.

―Aún no estabas bien y no quería que te alteraras.

―¿Y qué hay de mí?

Los ojos de Anna se abrieron como platos al ver al loco que le había disparado a Charles abandonar las sombras para detenerse junto a Carter. Todo su rostro cubierto por golpes y arañazos.

―¿No quiere la bellísima Mawson que su príncipe sepa que su princesa es una asesina?

―¡No lo soy! ―gritó, cubriéndose los oídos con las manos.

―Si no lo eres, ¿por qué ocultarlo? ―la expresión helada en el rostro de Charles la estremeció.

¿Pensaba él...? ¿Creía él?

―Me has estado mintiendo todo este tiempo. Mientras estaba en cuidados intensivos, tú te veías con él, ¿no es así?

―¡NO!

Aún con aquella expresión gélida, Charles comenzó a retroceder a grandes pasos, alejándose de ella.

―Arriesgué mi vida por ti, ¡y tú me lo agradeces con mentiras!

―No es así ―estiró los brazos hacia él, como si con aquello pudiese detenerlo―. ¡Charles, no me dejes, por favor!

―Es lo mínimo que te mereces.

Un estremecimiento la recorrió al verlo desaparecer en las sombras. La sensación del pánico constante se incrementa a medida que los tres hombres se le acercaban, con la maldad reflejada en sus ojos y la locura en sus bocas.

Charles la había dejado con ellos para que la lastimaran, quizá de la misma forma en que sus mentiras lo habían lastimado a él.

Una capa de sudor cubría su piel cuando se despertó de golpe, agitándose y jadeando sobre la cama del hotel. Los brazos temblorosos estirados hacia adelante, como si intentase evitar que alguna persona se le acercara. Una vez que comprendió que estaba sola, dejó caer los brazos sobre sus piernas y, abriendo la boca, respiró profundamente para calmarse.

Llevó ambas manos hasta sus mejillas y las descubrió calientes, probablemente un efecto secundario de la pesadilla.

Oh, vaya pesadilla... Debe ser producto del estrés acumulado de los últimos días. Después de todo, habían pasado seis días desde la operación de Charles y aun no reunía el valor para contarle todo el incidente con el loco que le disparó, el golpe que le propinó Cameron y el nuevo disparate en la vida de Carter.

Se quedaba con él todas las noches, aunque le protestara y le gruñera porque pasaba la mayor parte de la noche despierta. Una parte de ella temía que al cerrar los ojos, algún loco intentara lastimarla o lastimarlo a él. Ni siquiera el montón de guardias frente a la puerta podían calmarla.

Un príncipe en apuros (PARTE 1 Y 2) - SLC | YA EN LIBRERÍASWhere stories live. Discover now