Capítulo veinticuatro | VO

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Vio como le temblaban las manos y supo que la única manera de calmarla era tomándoselas.

―¿Qué dices? ―le preguntó él.

Anna gimoteó un poco. No se esperaba aquella pregunta. La noche anterior había sido un sueño a pesar del fracaso en el parque de diversiones. Ella sabía que muchas cosas iban a cambiar, pero no creyó que lo hicieran tan pronto.

―¿Vivir contigo? ―balbuceó.

―Por supuesto.

―Pero, oh, Charles... ―le soltó las manos para cubrirse el rostro―. ¿Para qué?

―¿Cuál es el problema? Prácticamente vives aquí.

Se apartó las manos del rostro.

―Sí, ¿pero comprendes lo que mudarse significa?

―Sí.

―Significa un cambio en toda la extensión de la palabra ―continuó, ignorándolo―. No he hecho un solo cambio en mi vida desde que me mudé con Zowie después de salir de la cárcel.

―Si lo que te preocupa es que no tendrás tiempo para verla, puedes hacerlo cuando te plazca. Además, podrá continuar visitándote. Jamás lo prohibiría.

―Charles, tendría que traer mis cosas. No son muchas, es cierto, pero nunca has dormido con...

Él levanta ambas cejas y el gesto bastó para que ella comprendiera lo que estaba pensando.

―Dime, ¿con cuantas de las tres millones de mujeres con las que has tenido sexo has dormido si quiera una hora?

Aguardó en silencio un rato.

―No fueron tres millones. De haber sido así me...

―Eso solo una expresión, por el amor a Dios.

―No importa cuántas fueron, Anna. La verdad es que solo he dormido con una. Tú.

Anna tuvo que contenerse para no chillar como niña pequeña. La primera, lo que la convierte en la única.

Él volvió a tomarle las manos.

―¿Quieres otro motivo? Porque he decidido que de ahora en adelante no guardaré nada para mí, así que solo lo soltaré: no creo que pueda volver a dormir en una cama donde tú no estés. Puede que suene precipitado, pero la verdad me da igual.

Mentalmente, Anna comenzó a dar saltitos y volteretas por la habitación.

¿A dónde se había ido ese hombre que ella detestaba? Porque ahora parecía aquel príncipe azul de los cuentos de hada, totalmente encantador y perfecto. Solo pensar en él le hacía olvidar cualquier otra cosa.

Oh, Dios, y se sentía tan bien.

―Lo voy a pensar, ¿sí? ―Pero apenas terminó de hablar le sonrió mientras saltaba a sus brazos―. Está bien, lo haré. Me mudaré contigo.

Charles sintió una punzada muy fuerte y tuvo que presionarse la cabeza con ambas manos para neutralizar el dolor. Le parecía escuchar desde lejos algunos murmullos y pasos veloces. Las puertas se abrían y se cerraban con rapidez.

Nunca había pasado tanto tiempo en una sala de espera, por lo que el hospital le parecía un mundo totalmente nuevo ¿Para qué la máquina de café? Eso no le aliviaba de ninguna manera la inquietud ¿Y la de comida chatarra? Ya tenía el alma bastante dañada por la preocupación.

Levantó la cabeza y observó la pantalla de televisión encendida en el canal de noticias. Otro video filtrado del accidente ¿Cuántos más saldrían? Y cada uno parecía más horrible.

Un príncipe en apuros (PARTE 1 Y 2) - SLC | YA EN LIBRERÍASWhere stories live. Discover now