Capítulo 28 | Borrador SP

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―¿Qué hora es? ―le preguntó ella, golpeteándole el pecho desnudo con los dedos

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―¿Qué hora es? ―le preguntó ella, golpeteándole el pecho desnudo con los dedos.

Charles estiró el brazo hasta alcanzar el teléfono que descansaba sobre la mesa de noche.

―Poco más de las siete ―se estiró en la cama sin movimientos bruscos―. No he visto día más largo que este.

Anna descansó la cabeza en el pecho de él, con una sonrisa boba estampada en el rostro. Le envolvió las piernas entre las suyas.

―No sé cuántos días han pasado.

―Lo sabrías si no anduvieras comportándote como demente.

―Asumo que aún no estoy perdonada.

―Pasará un largo tiempo antes de que lo estés.

―Mientras aún quieras dormir en la misma cama conmigo, está bien.

Él presionó los labios sobre su pelo.

―No importa cuán enojado esté, yo siempre voy a querer dormir en la misma cama contigo.

Anna cerró los ojos para disfrutar del cadencioso ritmo de sus latidos.

―Han pasado tres días ―le escuchó la voz rugir en el pecho―. Así que hoy es 21 de septiembre ¿Recuerdas lo que sucederá en cuatro días?

Ella soltó una risita.

―Lo olvidé. El 25 es mi cumpleaños.

―El 25 cumples los veinticinco. Es una cosa muy curiosa.

―Apuesto que no soy la única que cumple los veinticinco un día 25.

―No, pero tú no eres cualquiera.

Anna levantó la cabeza para plantarle un beso en el pecho.

―¿Ya me compraste un regalo?

―No, pero tengo varias buenas opciones en mente.

―No quiero que me compres uno.

Charles inclinó un poco la cabeza.

―¿Por qué no?

Ella suspiró, alzándose un poco para iniciar la discusión con el comprador compulsivo.

―¿Qué puedes darme que necesite? Tengo un techo seguro, tengo alimento y también salud, al menos salud estable. Mi familia está aquí, tú igual.

―No tiene que ser algo que necesites, sino algo que te guste.

―La verdad no quiero regalos. Me conformaría con una fiesta sencilla y privada. Pastel, comida, música. Mi familia, la tuya y nosotros dos. Quiero limitar las emociones fuertes. Los regalos que suelen darme mis hermanos ponen a sudar a cualquiera. El pastel podríamos prepararlo aquí. A Peete no le molestaría ayudarme con la comida. Apuesto que en algún rincón de este laberinto debe haber una radio. Además, dijiste que hay un salón, ¿no? Podemos ambientarlo para una pequeña fiesta.

Un príncipe en apuros (PARTE 1 Y 2) - SLC | YA EN LIBRERÍASOnde histórias criam vida. Descubra agora