Capítulo trece | VO

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―Toma asiento, Charles. Por favor ―pidió su padre.

Nervioso e inseguro hizo lo que le fue pedido. Detrás de él, con las manos cogidas a la espalda, esperaba Anna.

―Estaré afuera ―anunció.

La voz del rey la detuvo antes de poder marcharse.

―No, por favor, señorita Mawson. Le pido que se quede. Quiero que escuche lo que voy a decirle a mi hijo.

Ella pareció dudar, pero al final se acomodó en el asiento disponible. Charles estudió cuidadosamente la expresión de su padre y de Tessie, de pie tras él, presionándole los hombros con las manos, como si quisiera darle una garantía de que se encontraba allí.

―¿De qué debías hablarme? ―preguntó Charles. La incertidumbre ya había crecido demasiado dentro de él.

Su padre cruzó ambas manos sobre el escritorio.

―Hace unos días visité a mi médico de cabecera para hacerme la revisión del cáncer.

―Lo sé. Iba a revisar que todo estuviera...

Las palabras desaparecieron de su boca en cuanto vio directamente a los ojos de su padre. Edward suspiró profundamente y le dijo:

―El cáncer volvió, Charles.

A Charles se le congeló el estómago y olvidó completamente como respirar. Sintió la cálida mirada de Anna sobre él, pero no era capaz de mirarla. Ni siquiera de moverse.

Cáncer. Su padre tiene cáncer. Otra vez, como una pesadilla que jamás termina. Aferró las manos a los brazos del asiento y respiró un par de veces con dificultad ¿Esperaba su padre que dijera algo? De ser así, ¿qué? ¿Qué podría decirle? Los recuerdos que tenía de su padre durante el cáncer no eran gratos: calvo, delgado, sin ningún apetito, pálido y ojeroso. Y ahora debía presenciar todo de nuevo ¿Por qué? ¿No había sido suficiente ya? ¿Tenía que vivir nuevamente con la angustia de despertar un día con la noticia de su deceso? Perder a su madre había sido muy duro, algo que aún no había podido superar y había sucedido hace tantos años. No estaba listo para perder a su padre, la única persona que estuvo para él incluso cuando deseaba estar sumergido en una soledad absoluta.

―¿Qué ha dicho el médico? ―preguntó con la voz temblorosa.

―Fue detectado a tiempo. Debo someterme a unas quimioterapias para reducir el nódulo canceroso, de modo que se convierta en uno operable.

―¿Cuándo inicias?

Edward se remojó los labios con lentitud.

―En unos días.

Esas tres palabras llegaron hasta su pecho, encendidas como brazas ardientes, quemándolo por dentro lenta y dolorosamente. Sintió ganas de gritar y destrozar todo aquello que se encontraba al alcance de sus manos. La sensación desaparece ante un contacto cálido. Sus ojos se desvían hacia su mano, donde la pequeña mano de Anna se había situado, apretando la suya. Permaneció ahí, mirándola, aferrándose a lo único que no lo enloquecía, que no lo destruía por dentro.

Edward parpadeó al notar el cambio brusco en el rostro de su hijo. Después, mientras descansaba los ojos en él, notó la suave caricia que los dedos de Anna le proporcionaban sobre su mano. Oh, de ahí viene. No pudo evitar sentirse confundido. Después de todo, Charles había demostrado sentir sienta antipatía hacia la mujer y en viceversa.

Tessie se aclaró la garganta, llamando la atención de los tres. Charles hizo contacto con sus ojos cálidos.

―Charles, el doctor le ha pedido a tu padre total reposo ―su voz sonaba tensa, preocupada. Esa era una de las razones para considerarla una madre. Ella realmente se preocupaba por su padre, por él, como si hubiese pertenecido a la familia desde siempre―. El estrés puede complicar su salud.

Un príncipe en apuros (PARTE 1 Y 2) - SLC | YA EN LIBRERÍASWhere stories live. Discover now