Capítulo 17 | VP

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Cuando abrió los ojos esa mañana, la mujer más bella que había visto en su vida dormía plácidamente envuelta entre sus sábanas

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Cuando abrió los ojos esa mañana, la mujer más bella que había visto en su vida dormía plácidamente envuelta entre sus sábanas. Le asustó moverse, moverla, y arruinar aquella maravillosa imagen. Podría acostumbrarse a que fuera su rostro lo primero que viera al despertar.

Estiró el brazo hasta el pequeño buró para alcanzar su teléfono. La parpadeante luz de la cámara hizo que ella se moviera, se despertara, abriendo los impresionantes ojos verdes que había visto segundos antes de quedarse dormido la noche anterior. Observó la fotografía en el teléfono y después lo dejó sobre la cama.

―Buenos días ―susurró.

Anna gruñó algo incomprensible, pero él sonrió como si hubiese captado el mensaje.

―Tal vez debí asegurarme de tenerte la taza de café lista antes de despertarte ―sonrió.

A Anna se le escapó una risita.

―Eso me habría gustado ―se movió en la cama para acurrucarse junto a él―. Esto me gusta más.

Charles descansó los brazos sobre ella.

―¿Qué tal dormiste? ―le preguntó él.

―Como toda una reina.

―¿De verdad? ¿Qué te hace pensar que la reina duerme muy bien? Porque yo he visto a Tessie merodear por el palacio sin poder dormir, casi comiéndose...

―Es solo una expresión, Charles ―rio―. Supongo que para la realeza no existe humor en ese tipo de chistes.

―¿Vas a comenzar con tus insultitos tan temprano en la mañana?

Anna se escondió en la curva de su cuello para soltar una carcajada.

―¿Qué tiene el regente en agenda hoy? ―preguntó.

―Me reuniré con mi padre para discutir algunos asuntos. Ponerlo al día, quiero decir.

―Mm.

Charles tenía una cosa muy clara: si no se levantaba de la cama, ambos terminarían por quedarse dormidos y el productivo día que tenía por delante quedaría reducido a cenizas.

―Voy a preparar el baño ―le susurró―. ¿La quieres tibia o caliente?

―¿Desde cuándo preguntas como quiero el baño?

―No lo sé. Probablemente desde que duermes conmigo.

Se movió rápidamente en la cama, aplastándola con su peso, mientras le depositaba un ruidoso beso en el cuello.

―Charles ―gruñó ella―. No eres nada liviano.

―Lo sé ―llevó sus labios hasta su boca para separarse―. No te duermas.

―¿Me pondrás un impuesto si lo hago?

―No. Algo peor. Algo mucho peor.

―¿Qué puede ser peor que un impuesto?

Un príncipe en apuros (PARTE 1 Y 2) - SLC | YA EN LIBRERÍASWhere stories live. Discover now