35. (IN)CONVENIENTES

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Los amigos de Myre me intimidan mucho

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Los amigos de Myre me intimidan mucho. Son todos excéntricos, lo cual no es malo, pero sí extraño. Estoy acostumbrada a que las cenas navideñas en mi hogar estén llenas de colegas de mis padres, gente adulta con trajes a medida y con vestidos elegantes. Y, no sé por qué, me esperaba algo así aquí también.

Crest es el que más me ha sorprendido. El sonidista tiene un aire a los hippies de los años sesenta que salen en películas. Va con una playera hawaiana medio abierta en tonos chillones y varias tallas más grandes que su cuerpo, por debajo usa pantalones cortos como para ir a nadar. Está descalzo, llegó con unas crocs blancas sucias y se las quitó en la puerta. El cabello largo y oscuro le llega hasta la cintura, muy bien cuidado y prolijo, incluso mejor de lo que yo jamás lo he tenido. Los bigotes y la barba se vuelven una sola mata que le cubre la parte inferior del rostro por completo y que cuelga frente a su cuello. Si se afeitara, no podría reconocerlo. Incluso me recuerda al protagonista de El naúfrago, en la escena que está sentado en la playa hablándole al balón de volleyball.

Richie, el manager, no se queda atrás en cuanto a aspecto. Describirlo es complicado porque se ha colocado un sinfín de elementos que deberían verse absurdos juntos y que, al mismo tiempo, combinan a la perfección entre sí. Está como salido de una pasarela de la Fashion Week en Nueva York. Va con el cabello rubio y corto peinado hacia atrás con gel. En sus orejas hay aretes de cristal pequeños en verde musgo, del mismo tono que sus uñas y su camiseta Polo. Una cuantas cadenas delgadas de oro rodean su cuello, delicadas y con varias piedras en color mostaza y marrón, a juego con su pantalón y con el cinturón. Las zapatillas son blancas, inmaculadas como recién compradas; a primera vista parecen deportivas, pero poseen varios centímetros de plataforma. Y no lleva calcetines creo; eso, o son minúsculos y se esconden.

Joe es el único que viste relativamente normal, con un pantalón marrón bien planchado y una camisa naranja a cuadros tipo escocesa que contrasta un montón contra su piel morena. No lleva más colores ni excentricidades, salvo por un pequeño tatuaje en su brazo derecho que no llego a ver bien y que asoma a medias por debajo de la manga. El anillo de bodas que comparte con su esposo es de oro y tiene una piedra minúscula que, supongo, es un diamante.

Ser la única vestida con tanta sobriedad me hace sentir rara e incómoda. En general, escojo ropa gris para pasar desapercibida y aquí, entre tantos colores brillantes, ocurre junto lo contrario. Mi conjunto neutro con detalles en rosa pálido parece absurdo, como si hubiese un código de vestimenta y no me lo hubieran avisado.

"¿Debería ir a cambiarme?", considero. "No... si total, tampoco tengo algo más vistoso que esto".

Broooo, hace mucho que no te visitaba —suelta Crest, sin previo aviso. Va directo al refrigerador y toma una cerveza—. Había olvidado qué tan vacío estaba este lugar. Casi ni muebles pones.

★ (IN)HOOMAN  ★  [BILOGÍA COMPLETA]Where stories live. Discover now