★ (IN)HOOMAN ★ [BILOGÍA COMPLETA]

27. (IN)SACIABLES -☆+18☆

Creo que sobra decirlo, pero les recomiendo no leer este capítulo en público.

Myre no deja de observarme de reojo mientras subimos en el elevador hasta su apartamento. Quizá nota que mis manos tiemblan y que el corazón late aprisa; es posible que aguarde a que yo me acobarde, a que salga corriendo o a que le diga cualquier cosa. Sin embargo, me he quedado muda y no tengo ni idea de cómo manejar las emociones que me embargan: miedo, ansiedad, anticipación, inseguridad. Cabe la posibilidad que ella solo me esté tomando el pelo para ver cómo reacciono, ¿no?

"¿Qué es lo que cruza por su mente?", me pregunto una y otra vez.

La respuesta parece aproximarse. El elevador se detiene frente al hall que antecede al hogar de mi ídola. Ella desciende primero, yo la sigo. Cada paso y cada segundo se siente lento e intenso, pesado. Es como un efecto especial de película.

Trago saliva mientras ella abre la puerta y me hace un gesto amable para que pase. La anticipación hará que me desmaye en cualquier instante.

Entro.

El apartamento a oscuras, salvo por las luces de Miami que titilan al otro lado del gran ventanal, son como pequeñas luciérnagas eléctricas en la lejanía. El interruptor de la sala brilla en la oscuridad, a algunos centímetros de donde me encuentro, así que extiendo el brazo hacia allí.

Myre me detiene antes de que lo presione. Coloca una de sus manos alrededor de mi muñeca, la brusquedad del movimiento me toma por sorpresa y hace que me sobresalte un poco. Ella cierra la puerta con una suave patada y luego me dedica una sonrisa ladeada y traviesa. La sombra de ojos plateada que lleva puesta resalta con pequeños destellos que actúan como focos. Tengo la mirada puesta sobre su rostro, y no puedo quitarla.

—¿Qué crees que estabas haciendo, Nina? —murmura ella y avanza unos pasos hacia mí, sin soltarme.

—L-la luz —respondo.

—No la necesitamos —ríe bajito y coloca su otro brazo en mi cintura—. ¿O ya te olvidaste del motivo por el que regresamos? Voy a demostrarte qué tan bonita eres. Y no me detendré hasta que lo entiendas.

Nuestros cuerpos se rozan por la cercanía y una descarga eléctrica me recorre. Ella desliza su mano por debajo de mi blusa, me acaricia la espalda con la yema de sus dedos una y otra vez con lentitud hasta lograr que una suave exclamación salga de mi boca.

—Myre... —llamo su nombre, avergonzada.

—Última oportunidad, abogada sexy. Si me detienes, no insistiré. —Se agacha un poco y lleva su boca al lóbulo de mi oreja izquierda.

—Yo... —suelto otro sonido involuntario y cierro los ojos—. T-te lo he dicho: estoy a tu merced.

—Perfecto —susurra y me suelta por un instante, solo para tomar la parte inferior de la blusa y quitármela de un tirón hacia arriba.