41. Destruir

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Sabía perfectamente que toda aquella perfección y tranquilidad no duraría para siempre, pero nunca pensé que ocurriría esto, es algo muy fuerte que me tiene atrapada, ahogada. Es tan fácil meterse a este mundo pero es tan difícil salir de él.

Todo estaba oscuro debido a la bolsa que me rodeaba la cabeza. No sabía qué era lo que quería o quienes eran, lo único que sabía era que estábamos en un carro en donde algunos hombres soltaban pequeñas risillas.

Desee varias veces poder eliminarlo pero no se cumplían, nada podía hacerse realidad cuando entraba en pánico.

El silencio invadió el lugar, el auto se detuvo. Aquellos hombros me tomaron de los brazos, un poco débil seguí el paspo hasta que me colocaron en una silla.

—Tesoro—sabía que era la voz de Adán—¿Cómo has estado? Has estado tanto tiempo desaparecida que ya te extrañaba—me quito la bolsa de la cara— Me debes—susurro en mi oído— Y no puedes irte así de la nada, ¿Así se agradece?

Aquellos guardaespaldas me rodearon, el lugar era oscuro. Trate de ver si entre algunos de ellos se encontraba Will pero él no estaba.

Uno de los tipos desabrocho los primeros botones de mi blusa, sentí pánico, me sentía tonta, estúpida por no poder defenderme, me sentía inútil cuando el pánico me entraba.

—La muy tonta piensa que esto es gratis—dijo un guardaespaldas rubio—tomo mi cabello— ¿Qué crees que pase ahora?

—Suéltenme—sollocé, estaba desesperada. Tenía miedo y un montón de sentimientos encontrados- Por favor.

El tipo el cual Adán asesinó le debía, ahora yo soy la que le debe a él.

—Te pagaré hasta el último centavo Adán, pero déjame ir...

—No quiero dinero, ya tengo demasiado. Quiero eso que tienes.

—¿El don?—fruncí el ceño— Eso no se puede dar, ya naces así, ya eres así. Es ridículo.

—Lo sé—sonrió—Pero para eso estás tú, para servirme— extendió sus brazos.

Otro de los guardaespaldas me dio unas palmadas en el rostro, fue en ese momento que me activé. Tal vez no podía usar el don pero podía usar mi fuerza. Recordé cuando Keith me enseñó, podía hacerlo, podía dejarlos inconsciente. Tomé al rubio del cuello, le di un movimiento a la izquierda, derecha y finalmente pude noquearlo. Todos quedaron sorprendidos, tres de ellos se acercaron amenazantes, uno me tomó de los brazos y me golpeó en la mejilla, le di un golpe fuerte en las costillas dejándolo sin aire, tenía que aprovechar ese momento, así que con rapidez lo tiré al suelo colocándose encima de él, coloque sus manos en las espaldas y de un solo toque le di un golpe en la parte lateral de su cabeza.

—¡Esa niña es un tesoro!—dijo Adán— Me gusta.

Ya no podía seguir golpeándolos, me tenían acorralada contra una de las paredes.

—Déjenme regresar— supliqué.

—Lo haremos— sonrió un guardaespaldas—Pero tirada en un acantilado, en una funda de basura.

—¡Basta!— gritó Will— Ya consiguieron asustarla. Detenga esto señor.

—Mañana a los cinco tesoro— dijo Adán.

—La oficial me llama a esa hora...—proteste.

—¿Quién te dio el dinero? Trabajas para mí y no para ella— rodó los ojos— Tú decides tesoro o si no te meterás en serios problemas, no creo que quieras que tu padre ingrese nuevamente al hospital- se marchó sin decir más al igual que sus guardaespaldas.

Lydia® [LIBRO 1-2] BORRADORWhere stories live. Discover now