Lydia® [LIBRO 1-2] BORRADOR

12. "No me das miedo"

— ¿Lo hiciste o no? — la voz molesta de Keith hacia que los vellos se me pongan de gallina. No entendía el motivo de su enfado, si le importaba un pimiento.

—Eso no te interesa— agarré mi cabello. Intenté esquivarme, pero sostuvo mi mano, mi cuerpo se tensó al sentir su tacto, era increíble como mi cuerpo reaccionaba ante él—. Ahora si me disculpas, me voy— enarqué mis cejas, intenté zafarme de su agarre, ¿Qué le importaba? Si se comporta como un idiota conmigo, yo también lo haré. Si me ignora, yo también. Aunque me daba miedo su tono de voz, no deje que me domine con esos ojos marrones, realmente no se la razón por la que accedí hablar con Keith y tampoco sé por qué estamos escondidos en un aula.

—Te lo diré...—susurró. Seguí caminando sin importarme—. Te diré que soy yo — me di media vuelta no entendía lo que quería decir

—Eso se llama...—hice una cara pensativa— chantaje, pero bien tengo curiosidad por saberlo.

—Pero tú primero— se adelantó Keith— fruncí el ceño— ¿Tu lo hiciste?

— Fui yo— admití, como si fuera normal aunque no lo era— Fui yo la que hizo esto.

— ¿Por qué Lydia? —Se cruzó de brazos— ¿Por qué le hiciste caso a Ashley? No sabes que solo me perjudicas a mí.

— ¿Quién te crees? Es en serio, ya no soporto esa pose arrogante que tienes— lo fulminé—. Yo ya hable, te dije la verdad ahora te toca a ti ¿Qué eres?

—No lo sé— ¿Qué? Puse una cara de tonta, le confesé esto para que me diga "No lo sé"

—No me vas a ver la cara de tonta— reí irónicamente.

Me acerque a la puerta y le puse seguro. Me gire cruzándome de brazos, enarque las cejas—Lydia...—pero no le hice caso— Esta bien ¡Maldición! — agarró su cabello desesperado. En cierta parte me alegraba que se enoje, aunque parecía un demonio, pero me parecía gracioso—. Cuando te lo diga te alejaras de mí, aunque no lo creas conocerte cambiaran las cosas cosa que no quiero que pase, tendrás que irte y no hablarme más.

—Habla —espete.

—Destrucción— agacho su cabeza— eso soy, todo lo que pienso sale mal— intento abrir la puerta.

—No te creo— rodé los ojos—. Además no es una respuesta específica.

—Pues, no es mi problema— metió su manos en los bolsillos— Ahora déjame salir.

—No— apreté más el pomo.

—Pareces tonta— forcejeó—. Muévete.

— ¿Tonta?— sonreí— Pero no.

— ¡Maldición! — Se alteró pero al rato se tranquilizó— Lydia, tienes que irte no sabes cuantas ganas tengo de...— se tocó la sien, estaba perdiendo la paciencia.