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[Raquel]

La noche pasó y aunque fue maravilloso pasar tiempo con Anais y Alicia, tenía que volver a casa, tarde o temprano, después de una extensa conversación con Alicia acerca de aquel llamado sorpresa que recibió mi madre, caímos en la conclusión de aquel personaje. Alberto.

– No puede ser otro – Dijo Alicia expulsando el humo del cigarro. – Tienes razón pero – La miré – ¿Por qué? – Pregunte en absoluta inocencia, Alicia me miró y una mueca se formó en sus labios. – Porque la gente es así, Raquel, si no les das lo que quieren, atacan – Respondió Alicia apagando el cigarro contra el cenicero.

La conversación de anoche seguía rondando por mis pensamientos. En la entrada de la academia me esperaba Mónica y Ángel, me preguntaba el porque.

– No iré – Respondí cuando su propuesta se hizo presente, Ángel bufo. – Raquel, estará todo el mundo allá – Dijo Monica, los miré atentamente, si lo pensaba bien era una buena forma de sacar todo lo malo de los días anteriores. – ¿Cuando era? – Pregunte dudando mi asistencia. – Hoy, en la noche – Dijo Ángel, asentí pensando. – Esta bien – Dije y los ojos de Mónica se iluminaron. – Va a estar increíble, lo juro – Dijo Mónica con una sonrisa.

El día fue tranquilo, lo que si me atormentaba era volver a casa y escuchar cualquier cosa de aquellos, tenía un mal presentimiento y estaba segura que era por mis padres.
Cuando la última clase terminó y podía irme, mis manos comenzaron a sudar y mi corazón palpitaba rápidamente, dejé pasar el bus por lo menos dos veces, a pesar que los minutos para que la fiesta empezara pasaban y pasaban, yo seguía ahí; parada esperando el estupido autobús que seguramente dejaría pasar de nuevo.
Cuando las luces de este se vinieron reflejadas por mis ojos, lo detuve y aunque dudé en tomarlo aún así me subí, ahora sí, mis nervios se desbordaban. Mi pierna se movía inquieta y mis manos se dañaban entre sí, no paso mucho tiempo cuando ya tenía que bajarme y afrontar lo que lamentablemente era, mi realidad.

Baje del autobús con las peores ganas, camine unas calles y mi casa opacó toda la vista, tragué saliva viendo esta. Con mis manos temblando abrí la puerta, pude escuchar pasos y una puerta cerrarse, ellos no querían verme ni hablarme, no sabía si eso era mejor o peor, la tensión la seguía sintiendo pero había podido lidiar con ella. Subí a mi habitación, me duche y me puse algo casual, no me esforcé tanto en el atuendo pero aún así podía verme bien con aquello que traía puesto. Cuando vi la hora no me extrañó que estuviera llegando tarde, había dejado pasar el bus dos veces.

Cuando salí de mi casa pude sentirme mejor, tal vez había sido una buena decisión aceptar ir. Sabía que ya había llegado cuando la música se hizo presente, en la entrada de la casa había gente conversando, se veía tranquilo pero cuando la puerta se abrió mi perspectiva cambió radicalmente, estaba embobada en aquella situación, tal vez la gente bailando o también gente corriendo sin sentido alguno, un toque en mi hombro me hizo sobresaltar. – ¡Estás aquí! – Dijo Mónica en voz alta por la música, asentí con una sonrisa. – ¿Y Ángel? – Pregunte y Mónica tomó mi mano para empezar a caminar, subimos las escaleras y la música comenzó a disminuir aunque aún así se escuchaba. Mónica apuntó a Ángel, estaba con un chico que no aparentaba tener más de veinte años, de un movimiento una bolsita paso de sus manos a las de Ángel, el tipo se retiró sin mirar a nadie y en rapidez. Ángel se acercó con una sonrisa. –Viniste, en serio – Dijo Ángel, asentí – ¿Quien era? – Pregunte mirando por donde el tipo se había ido – Un... Un amigo, ¿Cierto, Mónica? – Dijo mirándola, Mónica bufo. – Dile – Contestó, Ángel negó con la cabeza. – Bien – susurró Mónica para sus adentros, me miró. – Ángel compró drogas – Dijo rápido. – ¿Qué? – Pregunte. – Claro, me dejas a mi cómo el comprador de drogas – Dijo Ángel en sarcasmo, Mónica sonrió sarcástica entrecerrando los ojos. – ¿Que harán con eso? – Pregunte entre nervios y curiosidad. – Pues, sembrar un árbol, Raquelilla – Respondió Ángel con risitas al final, rode los ojos, Mónica le arrebató la bolsita a Ángel y la abrió. – ¿Vas a querer? – Pregunto Mónica llevando su dedo hacía adentro de la bolsa, lo pensé, vi que Mónica se llevó el dedo a la boca y luego Ángel. – A la mierda – Dije haciendo lo mismo, el áspero sabor pasando por mi garganta fue lo primero que sentí, luego un cosquilleo en el cerebro y después solamente, pura felicidad.
Y es que no se podía hacer mucho, solamente bailar, sentir cómo mi cuerpo flotaba, sentía que mi boca se secaba cada vez más. Me separé de la multitud y fui a la cocina, habían un par de personas, serví agua en el primer vaso que paso por mi vista, tomé cómo si fuera la primera que lo hubiera hecho en mi vida, me serví tres veces más, cuando me di vuelta estaba aquel personaje del que tanto hablé con Alicia anoche, Alberto. Lo miré fijamente, se acercó en timidez. – Quita de aquí – Dije cuando se acercó lo suficiente. – Raquel, por favor – Dijo, lo miré a los ojos. – Quiero hablar contigo – Dijo. – ¿No tienes bastante con hacerte el chulito? – Pregunte. – Serán cinco minutos – Dijo, acepté, subimos al segundo piso, cerró la puerta de la habitación y se volteó. – Bien, lo primero, gracias por escucharme – Dijo sentándose a mi lado, guardo su celular en el bolsillo y comenzó a buscar algo, tomó la botella de Vodka, comenzó a beber de la misma botella, hice una mueca, me extendió la botella, la tomé entre mis manos dudando en si tomar. – Quería pedirte perdón – Dijo mirándome – He sido malo contigo – Siguió, me decidí y tome de la botella. Un sorbo, dos sorbos, tres, cuatro, cinco. Solté el aire. Alberto se quedó en silencio, mi vista se hizo borrosa. – Oh no, está bien, entiendo lo hijo de puta que eres – Dije intentando contener la postura a pesar de lo mareada que me sentía. – Es que tu no entiendes lo que hiciste, Raquel – Lo miré detenidamente. – Pero eso lo vamos a aclarar, sacó su celular y lo dejo en el escritorio. – Porque nosotros tenemos mucho que hablar – Se acercó, me alejé confundida por absolutamente todo. – ¿Que quieres hablar? – Pregunte. – ¡Oh!, ya te enterarás –.


A Punta de Espada//Ralicia Where stories live. Discover now