[18]

672 64 77
                                    

[Alicia]

Relamí levemente mis labios y suspire, escuchar su voz era desagradable cuando estaba enojado y cuando no también. -Germán, tengo que irme, ¿sí?- Dije y seguidamente corte, ni siquiera tenía sentido por lo que discutía. Emprendí mi camino hacía la biblioteca, sólo vería algunas cosas y podría irme a mi almuerzo. Cómo siempre, no había nadie, la bibliotecaria y alumnos que podría contar con una mano.

Unos murmullos se hicieron presentes en aquel antiguo lugar, cada vez se hacían más fuertes, me costaba concentrarme en la academia, mi lugar seguro era la biblioteca y ahora había sido invadida por ruidos molestos. me levanté y seguí aquel ruido que provenía de las estanterías, se me había hecho imposible mermar aquella situación. Mire sigilosamente hacía el fondo de un pasillo, era Alberto, un chico de el primer año, algo arrogante y egocéntrico, no pude divisar a la otra persona, estaba en duda si ir y hacerlo callar pero simplemente me acerqué, la curiosidad de ver a la otra persona era bastante. Raquel Murillo era su acompañante y no se veía para nada contenta, de hecho podía notar en aquellos ojos algo de preocupación. ¿Tendría que acercarme más?. Suspire y pase a la siguiente estantería, veía a Raquel quieta, sólo miraba cómo Alberto se movía de lado a lado mientras hablaba. -Te quedan cuatro días- Se escuchó de Alberto antes de irse apresurado, miré de soslayo a Raquel, me daba sinceramente miedo el no poder estar cerca de ella por aquella atracción que sentía. - Maestra Sierra - Dijo Raquel acercándose tímidamente, la miré tranquilamente. - Perdón - Dijo Raquel con voz nerviosa - Si escuchó eso - Soltó por último. - No escuche nada, tranquila - Dije serena y vi su expresión cambiar a una más relajada, su mirada se dirigió a mi y ahí estaba de nuevo, el juego de miradas, me preguntaba si en aquella biblioteca habían cámaras. - Maestra - Dijo Raquel bajando su mirada y jugando con su manos, estaba nerviosa y me da algo de gracia el que la pusiera nerviosa fuera yo, asentí levemente esperando alguna palabra, Raquel murmuró para sus adentros y levantó la mirada seguidamente. - ¿Va a almorzar? - Pregunto en voz baja y sonrió. - Si, estaba yendo hacia allá - Respondí y me acerqué cortamente, sólo para ver su rostro más de cerca, tenía un aro en la nariz, nunca se lo había visto pero era hermoso. - Yo también iba hacía allá- Dijo Raquel -Entonces, ¿vamos?- pregunté y Raquel accedió, caminamos a la par pero ninguna palabra salió de su boca, me limité a hablar yo también. Al llegar a la cafetería nuestros caminos se separaron, pude darle una cálida sonrisa antes de irme.

[Raquel]

-Te estaba buscando, tía- Dijo Mónica acercándose - ¿Donde estabas? - Pregunto curiosa y me miró. - En la biblioteca con Alberto - Dije sincera - ¿Te sigue metiendo presión? - Pregunto Mónica algo molesta, asentí levemente y pude escuchar un suspiro de ella. - ¿Que le dirás? - Preguntó por último - Aún no lo sé, estoy indecisa - Dije y comenzamos nuestro camino hacia el salón. - Si no estás tan segura no deberías aceptar- Dijo Mónica entrando al salón, en parte era cierto pero me da algo de lástima pensar en Alberto y verlo tan desesperado por mi respuesta, me ponía en duda. - Ahí veré que hacer - Dije dando por terminado el tema.

-Me invito a su casa- Dijo Mónica hablando de aquel chico con el que había estado hablando hace un par de semanas - Así que no podré ir a tu casa hoy - Dijo por último Mónica haciendo una mueca. -No pasa nada, tengo cosas que hacer también- Dije pero en verdad era falso, no tenía ningún plan y creo que eso era lo mejor. Marsella era el que entraba por esa puerta, su clase y sería libre, el mal clima se hizo presente en mitad de la clase, las preguntas de cómo me iría a casa sin llegar totalmente empapada se hacían presentes. -Pueden irse-. Era la frase que no quería escuchar en ese momento, me levanté y salí del salón, me dirigí a la cafetería, compraría un té para calentar mi cuerpo antes de aquella tormenta que me atacaría apenas saliera de la academia. Me encontraba en la entrada de la academia, terminando aquel té que me salvaría de una hipotermia, veía cómo los maestros salían, me preguntaba dónde estaba ella, ¿Se había ido ya?. Al parecer no, observe su silueta, tenía unas llaves en mano y una pequeña sonrisa, se estaba despidiendo de sus colegas, suspire y tomé de mi té. -¿Raquel?- Preguntó Alicia acercándose a mi, la miré esquiva. - ¿Si, maestra? - Respondí algo avergonzada por la situación. - ¿Estas esperando a alguien? - Pregunto Alicia hablando un poco más alto por la lluvia, negué con la cabeza y Alicia bufo. - Ven, yo te llevo - Sentenció Alicia con voz seria y señaló el estacionamiento. - Esta bien - Dije susurrando y comencé a caminar nuevamente a la par con Alicia, abrió la puerta de copiloto. - Entra - Dijo Alicia mientras la lluvia mojaba su cuerpo, quería quedarme observando eso por horas pero obedecí y entré al auto, suspire cortamente, seguidamente Alicia entró y prendió el motor de aquel auto. - Mi casa queda lejos, no sé debería haber molestado - Dije con la mirada baja mirando las manos de Alicia en el volante. - ¿Quieres ir a tu casa? - Pregunto rápidamente Alicia mirándome, quedé sorprendida por aquella pregunta, era obvio que si. - ¿Quiere llevarme a otro lugar? - Pregunté confundida.

[Alicia]

Ni siquiera sabía claramente que hacía, no sabía si Germán estaba en casa o se había ido por la semana cómo solía hacerlo. - Mi casa no queda tan lejos - Dije y miré de soslayo a Raquel, ella me miraba profundamente. - Esta bien - Dijo dudosa y cortamente, sonreí ingenua y cambie mi destino hacia mi casa.

[Raquel]

Mire el camino mientras mi pierna se movía inquieta, tal vez los nervios de estar tan cerca de Alicia o que iba a ir a su casa, no lo sabia claramente pero me estaba muriendo de aquellos nervios, agradecía que la radio estaba encendida porque el silencio sería aterrador, Alicia estacionó su auto en aparentemente su casa, era hermosa, tal cómo la había imaginado, no era una mansión pero si era grande. - ¿Te mojaste mucho? - Pregunto Alicia cuando detuvo el motor del auto, la miré detenidamente, asentí leve, mi ropa estaba completamente pegada a mi cuerpo y la de ella también. - Te daré algo para que te cambies - Dijo antes de salir de aquel auto y me abrió la puerta, caminamos hacía la puerta y seguidamente Alicia abrió esta, la sala estaba encendida. -Esperame acá, regresó en dos segundos- Dijo Alicia y subió las escaleras.

[Alicia]

-Anais, cariño- Dije caminando hasta su habitación y abrí esta. -¡Mami!- Exclamo Anais con una sonrisa y viniendo a abrazarme. - Cariño, ¿Esta tu padre?- Pregunte - Papá se fue, dijo que iba a buscar algo a la oficina y que tu ibas a llegar pronto - Respondió Anais, el de verdad había dejado sola a Anais a la mitad de una tormenta. -Esta bien, cariño, ya llegue- Dije y seguidamente la abrace. - Te prepararé algo muy delicioso, ¿Si? - Ella asintió - Sólo acuéstate y regresó de inmediato- Dije antes de salir de su habitación y volver a bajar las escaleras, Raquel seguía en el mismo lugar sólo que ahora estaba apoyada en la pared. - ¿Tienes hambre?- Pregunte.

[Raquel]

La casa de Alicia era hermosa, era minimalista y tenía cuadros preciosos. Alicia estaba cocinando spaghetti con salsa blanca, tenía curiosidad porque habían tres platos para servir, ¿Su esposo estaba aquí?. Simplemente la observé preparar aquello, movía su cabello de vez en cuando y volteó hacia mi. - ¿Me pasas la coleta? - Pregunto señalando, asentí y se la pasé, se hizo una coleta normal, seguía nerviosa, no sabía que decir o hacer, simplemente la observaba, Alicia sirvió un plato primero y fue al segundo piso, al bajar nuevamente volvió sin este, seguía con esas preguntas. - ¿Tienes frío? - Pregunto Alicia matando el silencio y sirviendo la pasta en los platos. - No, estoy bien - Mentí, en verdad me estaba muriendo de frío pero lo que menos quería en ese momento era molestarla. - Estas totalmente empapada, Raquel - Dijo Alicia extendiendo mi plato hacía mi, me había pillado. - No quería molestarla - Dije sincera y probé la pasta, estaba ciertamente deliciosa. - No me molestas - Dijo Alicia sentándose a mi lado y comenzando a comer, estaba nerviosa y eso se podía ver en mi pierna que seguía moviéndose exactamente cómo lo hacía en el auto, sentí su mano en mi pierna, daba cortas caricias con su dedo pulgar. - ¿Estas bien? - Preguntó preocupada. - Si - Dije y la miré de soslayo - Esta delicioso - Dije por último y pude escuchar una risilla de Alicia, seguía con su mano en mi pierna y ciertamente eso me había calmado un poco, lo que producía en mi Alicia era inefable, no podía explicarlo.

A Punta de Espada//Ralicia Where stories live. Discover now