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[Raquel]

Cuando las clases terminaron sentí una felicidad inexplicable, estaba tan cansada que quería meterme a mi cama y nunca más salir de ahí, cancelé una salida a comer con Mónica dándole una excusa barata que ni siquiera yo me hubiese creído.
Pero ya estaba en casa, entre a la cocina, llené mi botella de agua, sentí unos pasos bajar las escaleras, di un pequeño salto por aquello, aveces simplemente me olvidaba que mis padres estaban, mi padre fue la persona que ocasionó que parte del agua cayera en el suelo, suspire al ver ese desastre, busque el papel más cercano y comencé a secar aquello. - ¿Pasa algo? - Pregunto aquel hombre. - Nada, nada - Respondí con el problema solucionado, una pequeña risa se escuchó de su parte, sonreí levemente y tome mi botella de agua para subir por las escaleras, entre a mi habitación y me tiré a mi cama, me quedé mirando el techo unos cuantos minutos, pensando en cualquier cosa que se me viniera a la mente pero no dure tanto en ese mar de pensamientos, cuando escucho que tocan mi puerta. - ¿Si? - Dije sentandome. - ¿Puedo pasar? - Se escucho la voz de Mariví. - Si, madre - Dije y solté un corto suspiro, la puerta se abrió y pude ver a mi madre entrando seguidamente, se acercó a la cama y me miró por unos segundos. - ¿Cómo estás, niña? - Preguntó con una sonrisa, se sentó en la punta de la cama, había una distancia notable y me preguntaba el porque de esta. - Estoy algo cansada - Dije siendo completamente sincera y me acerqué cortamente. - ¿Tú, que tal? - Agregue. - Bien, el trabajo ya sabes y tu padre que no ayuda en nada - Comenzó hablar - Además cómo entraste en la academia ya no tienes tiempo para mí - Llevo su mano a su frente preocupada - Y estás tan metida en los estudios que no tienes ni siquiera un novio - Dijo por último, suspire y desvíe la mirada hacia la puerta del baño. - Siento mucho no poder estar tiempo contigo - Me limité a decir, no quería comenzar una discusión tampoco quería hablar del porque no tengo novio, la respuesta en mi mente la tenía bastante clara. - Es que no puede ser, Raquel - Dijo en tono molesto. - Yo sabía que eso de la academia era una mala idea - Agrego, la miré confundida pero guarde silencio, cada queja que salía de su boca la conocía pero yo no podía hacer nada para solucionarlas, que si mi padre es un vago que no hace nada, que no tengo novio, que debería tener más amigos, la academia no es para mí, lo estoy haciendo mal. Todo eso ya lo conocía de memoria pero fue cuando una frase salió de su boca dejó a mi mente en duda. - Con todo el lío que llevas, me hace pensar que eres una - Hizo una pausa bastante dramática para mi estilo - Una bollera de esas - Dijo entrecortada y hizo una mueca al final, abrí los ojos sorprendida y intenté cerrar mi boca para no hacer notar lo confundida que estaba por aquellas palabras, mi madre me observó atentamente, ¿Estaba esperando una respuesta?, ¿Quería que lo negará?. Junté mis manos y estas comenzaron una guerra entre ellas, haciendo notar mi nerviosismo ante aquella situación, su respiración se hizo pesada.

[Alicia]

Serví las últimas gotas que quedaban en aquella botella de vino, le extendí su copa a Nairobi con una pequeña sonrisa. - Iré abrir otra, ya vuelvo - Dije levantándome y dirigiéndome hacia la cocina en un segundo ya estaba de vuelta y con una botella conmigo, volví a sentarme y me serví, escuché unos apresurados pasos por atrás y rápidamente volteé. - Cariño - Dije al ver a Anais tirarse al sofá. - ¿Recuerdas que te dije que tenías que ir a dormir? - Pregunte en un tono suave, Anais asintió. - Quería ver a la tía Nai - Respondió y se acercó a Nairobi para seguido juntarse en un abrazo, solté una risita y dejé la copa en la mesa. - Esta bien pero después de ese abrazo, te irás a la cama - Dije acomodándome en mi lugar, fue una conversación bastante extensa la que tuvieron las dos, sólo podía escuchar murmuros, una carcajada se escapó de Anais. - ¿Se puede saber de que se ríen? - Pregunté, Anais trató de controlar su respiración pero fue en vano. - Tienes el diente manchado con labial - Respondió Nairobi entre pequeñas risitas, abrí los ojos sorprendida y tape mi boca rápido.

[Raquel]

Esquive toda la saliva que salía de su boca al gritar tantas cosas que apenas podía escucharlas o hacerle sentido, me separé unos cuantos metros de ella. - Dime que no lo eres, Raquel Murillo - Dijo en un tono elevado y bastante molesto, la miré atentamente, di una pausa bastante larga. - Si lo fuera, ¿Que tiene de malo? - Trate de evadir esa pregunta pero aquella respuesta imaginaría desató a la bestia, soltó un pequeño gruñido y se acercó agresivamente a mi. - ¡Responde la puta pregunta! - Gritó con todas sus fuerzas, suspire y baje la mirada. - No lo soy - Dije y subí la mirada nuevamente. - ¿Contenta? - Agregue, sus pasos retrocedieron y chocó levemente con la puerta, aún en su rostro había enfado, también podía ver que no estaba tan convencida por aquella respuesta, tocó la manilla de la puerta y abrió esta para luego salir.

[Alicia]

- Alicia, no me jodas - Dijo Nairobi y agrego una pequeña risita, asentí. - ¿Se puede saber cuál es su nombre? - Preguntó levantando una ceja, tome un sorbo de la copa de vino y la volví a dejar en la mesa. - Raquel - La miré detenidamente, Nairobi asintió expulsando el humo del cigarro. - Y, ¿Te mueve cositas? - Pregunto, di una pausa muy extensa para pensar que tenía que responder pero era obvio. - Hombre - Solté un resoplo - Claro que sí - Dije en tono bajo y una sonrisa se formó en Nairobi, haciendo que mis pecosas mejillas se enrojecieran.

Sólo déjame sostenerte en estos brazos esta noche.

A Punta de Espada//Ralicia Where stories live. Discover now