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Íbamos en silencio, solo se escuchaban las pisadas del caballo, y las ruedas de la carrera, sorprendentemente el hombre que nos escoltaba se mantenía silencioso, ni siquiera se escuchaban sus pasos por sobre la tierra, demasiado contradictorio con su título entre los cazadores de demonios.

- ¿No vendrá algún otro pilar con nosotros?- Pregunte sin verlo.

- Yo soy suficiente.

- Que humilde.

El bufo, aunque eso pareció más una risita que un ruido de molestia.

- Por algo llegué a ser pilar, ¿no crees?

- Supongo.- me encojo de hombros apretando las riendas del caballo.

-¿Tu nunca quisiste ser un pilar?

- Ni siquiera puedo mantener una técnica de respiración.- Sonrió levemente.

- Entonces...¿como lograste sobresalir?

- Mezclo una forma de respiración de cada aliento.

- ¿Y eso si puedes mantenerlo?

- Hago lo que puedo.- Me encojo de hombros.-¿Y tú?

- El mejor pilar del sonido que jamás vas a conocer.- Sonríe socarrón, ruedo mis ojos, pero entonces veo que le falta un miembro, no tenía su mano izquierda, y usaba un parche oscuro en su ojo izquierdo.

- Hice lo que pude antes de perder mi visión.

- No te ves muy afligido por ello.

- Tengo buenas cuidadoras.- Sonríe coqueto, y suelto una risita.

- Mis respetos a la mujer que te tiene de marido.

- Querrás decir, mujeres. Tengo tres esposas.

Alzó ambas cejas.

- ¿Una sola mujer no es capaz de soportarte? Increíble.

El suelta una carcajada que espanta a las aves de los arboles.

- Eres descarada. ¿Segura que eres hermana del patrón?

- Cien por ciento segura.

El camino se volvió ameno gracias a la charla que el pilar sostuvo conmigo, el sol pronto estuvo sobre nosotros, calentando fuertemente nuestras pieles.

- Tía jia.

- ¿Si?- Veo de reojo a Kiriya asomarse bajo las sábanas.

- ¿Ya casi llegamos?

Volteo a ver a Uzui que asiente levemente.

- Así es. Pronto saldrán de su escondite.

- Gracias.- Menciona el niño volviendo a ocultarse, suspiro levemente apretando las riendas del caballo.

- ¿Quién más está en ese lugar?

- Pilares antiguos, y la pequeña demonio.

- Bien.

- Nosotros los protegeremos, no tienes por qué preocuparte tanto. Confía en nosotros.

— Si mi hermano confía en ustedes,¿por qué yo no?- Me encojo de hombros queriendo deshacerme de  la tensión de mis hombros.

Justo como Sanemi había dicho, algo no me daba buena espina sobre la situación.

— ¿Siempre haz sido así de nerviosa?

Parpadeó confundida viéndole de reojo.

— No estoy nerviosa.

— Si, lo estás. Tu corazón late muy rápido, es casi un escándalo.

The First.Where stories live. Discover now