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— Jia San su herida.

Parpadeo volviendo a la realidad y encontrando a Aoi apuntando la herida de mi mano que había dejado de sangrar. Ella me tiende un pañuelo húmedo y lo tomo casi con desgana.

— !Tienes que curarla!- tanjiro exclama casi con indignación.— La herida fue horrible y ella...

— Oye, oye. Tranquilo, mírame.— Paso el trapo por la sangre seca y dejo ver qué ahora solo hay una cicatriz rosada en su lugar.— Todo está bien.

— ¿Q-que?

— La señorita Jia puede curarse muy rápido.— Exclama una de las niñas de puntillas quitándome el trapo y terminando de limpiar la sangre.

— Es increíble. ¿Cómo es posible?

— Ni idea.— Respondo soltando una pequeña risa. Posó mi mirada en el pelirrojo y en su venda en la cabeza.— ¿Te duele mucho?

— No puedo quejarme.— susurro y pronto ví en él, el reflejo de Kagaya, solté un suspiro y no volví a hablar hasta que Aoi y las niñas se fueron.

— Tanjiro, conmigo no tienes que fingir.— recargue mis brazos en la orilla de su cama y le observé, el apretó sus manos y Vi como gruesas lágrimas comenzaron a resbalar de sus ojos.

— Lo siento...— limpia sus lágrimas avergonzado, pero tomo sus manos con delicadeza. Aprieto mis labios al ver sus manos heridas.

— No tienes que disculparte por sentir.— Murmuró viéndole a los ojos. El asiente conteniendo su llanto y me levanto de la silla donde me encontraba.— Te dejare descansar, yo protegeré a Nezuko ¿de acuerdo? No dejaré que ese idiota ni nadie pueda tocarla.

— Muchas gracias Jia san.— le escucho murmurar cuando lo obligó a recostarse y le arropó con la sábana.

— No hay nada que agradecer, lo hago con gusto.— Sonrió levemente y me alejo de su cama para salir de aquel lugar. Veo a los otros  que fueron heridos y suelto un suspiro.

Eran solo niños...

Después de buscar la habitación donde tenían a nezuko, sacudo el suelo de madera y tirando un futón que le había robado a Amane me siento ahí con un par de libros.

Paso lo que serían horas en ese lugar, terminé el primer libro y al cansarme de estar sentada, me levanto para estirar mi cuerpo.

— Esto no es necesario.

Volteo levemente encontrando a una mujer de cabello negro y haori colorido, si mal no recuerdo ella era uno de los pilares que estaban en esa reunión.

— Más vale prevenir que lamentar.— Suelto un bostezo que cubro con mi mano.— No haré nada, solo me quedaré aquí.

— ¿Oyakata Sama sabe de esto?

— Probablemente.— asiento al volverme a sentar, alzó la cabeza para verle.— Eres la dueña de aquí, ¿no?

— Algo así.

— Lamento no haber pedido permiso, pero su seguridad es más necesaria que esperar a que me dejes estar aquí.

— Veo que los conoces.

Recargo mi cabeza en la puerta a mis espaldas y asiento levemente.

— su familia practicamente salvo mi vida. Debo devolverles el favor.

— ¿Puedo saber cómo sucedió eso?

Alzó una ceja al escucharle.

— Ni siquiera se tú nombre.

The First.Where stories live. Discover now