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La tarde de ese día la pasé junto a Kiriya, entre lecturas y dibujos que ambos realizamos bajo la sombra de un hermoso árbol de glicinas purpura que flotaban por el viento.

Kiriya que está vez, debido a que nos encontrábamos en el jardín privado de la familia, portaba una yukata en vez de un kimono y se reía divertido ante mis bromas y mi terrible intento de dibujar.

- Eres muy mala en esto tía.

- ¡¿Que?! ¡Esto es arte niño!- Exclamó con falsa indignación.- Creo que deberías revisarte los ojos.

- Tía, hasta un bebé podría darse cuenta de que eso no es un gato.

Veo mis garabatos de tinta negra, junto a mis manos manchadas de negro debido al mal uso del pincel.

- No es válido tu comentario.

- ¡¿Por que?!

- Por que aún eres un bebé.- Lanzó mi dibujo al aire atacando al niño que chillo divertido tratando de escapar de mis cosquillas.

- !No,Tía! ¡Cosquillas no!

Al no poder defenderse, se resigno a recibir cosquillas entre fuertes carcajadas que resonaron por el patio, cuando lo vi lagrimear por las risas lo deje en paz.

Observar a Kiriya expresarse como un niño de su edad removió mi corazón. Sabía que él no tenía muchas oportunidades de comportarse como tal, y me sentía halagada de que lo hiciera junto a mi.

- Estás bien?- Pregunto divertida al verle alejarse de mi. El asiente sentandose a mi lado con las mejillas sonrojadas.

- Si. Fue divertido.

- ¿Otra vez?

- ¡No!

Suelto una carcajada al ver que se alejaba de mi.

- está bien, está bien. No más cosquillas.

- Gracias.- Suspira aliviado.- Tía Jia?

- Si?

- Te casaras con el pilar del viento?

Sonrió levemente ante la idea.

- No lo sé, el tiempo lo dirá.

- El es bueno.- Kiriya Masculla entre dientes.- El te quiere, te mira de la forma que mamá mira a papá.

- Eres muy observador, verdad?

- Solo un poco.

- ¡Vamos, no seas modesto!- codeó su cuerpo el ríe.- ¡Eres genial!

- Enserio lo crees?

- No solo lo creo, lo sé.- Le abrazo por los hombros.- Eres un niño muy listo, en realidad todas tus hermanas tambien lo son...aquí entre nos, ustedes cinco nos superan a mi y a tu padre.

- ¿Enserio?

- Si. No le vayas a decir a tu papá o me va a golpear.

Kiriya suelta una risita que me hace sonreír con ternura.

Cuando el sol comenzaba a ocultarse, Amane apareció en la puerta con una sonrisa suave en sus labios.

- Jia, Sanemi está aquí.

Al escucharla cuelgo mi cuerpo de la rama del árbol para verle de cabeza, claramente confundida.

- ¿Porque?

- Viene por ti, dice que es tarde.- Se acerca y susurra.- ¿No sabe que tienes una habitación aquí?

Suelto una risita avergonzada, me bajo del árbol de un salto para después atrapar a Kiriya.

The First.Where stories live. Discover now