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Pasaba el cepillo por mi cabello una y otra vez frente aquel pequeño espejo, solté un largo suspiro y me dejó caer sobre el futón otra vez.

- ¿Tía jia?

Volteo encontrando los ojos púrpura del único hijo varón de Kayaga.

- ¿Que sucede Kiriya?

- ¿Puedo estar contigo?

- Tienes que preguntarle a tu madre querido.- me siento en mi lugar ladeando la cabeza.

Apesar de que a mí me valía una mierda el protocolo, no podía olvidar que la familia con la que vivía era muy importante. No podía ni siquiera tratar con informalidad al pequeño Kiriya ya que el sería el sucesor de kagaya.

Tampoco quería que el fuera regañado por estar con la oveja negra de la familia.

- Al menos puedes desayunar conmigo?- pregunto tímido.- siempre estás con mis hermanas, yo..yo quiero estar contigo.

Sonrió enternecida y me pongo de pie.

- Me encantaría. Andando.

Pase parte de la mañana hablando con Kiriya, contando de mis aventuras y de cómo el había descubierto nuevas cosas por medio de sus libros.

- Kiriya San, es hora de prepararlo.- uno de los sirvientes dijo interrumpiendo nuestro momento.

El pequeño suspiro y asintió.

- ¿Te sientes bien cariño?

- Si.- bajo la voz y me observó.- ¿puedo decirte algo, tía jia?

- !Claro que sí, soy todo oídos!

El pequeño se acercó y susurro.

- Los kimonos son muy incómodos.

- ¿Verdad que si?- contesto de igual forma.- Son horribles.

Le escucho reír abiertamente, pero luego se cubre la boca de nuevo.

- No le digas a papá que dije eso.

- Será nuestro secreto.- entrelazamos nuestros meñiques para después dejarlo ir con sus ayudantes.

Solté un largo suspiro, los hijos de kagaya eran muy educados y dulces, sin embargo, su futuro ya estaba escrito y apesar de su corta edad sentían la presión sobre sus hombros.
Mucho más Kiriya al ser el único varón y futuro heredero de la familia ubuyashiki. Sumándole el hecho de debia mantenerse bajo perfil siendo vestido como sus hermanas y así engañar al enemigo.

Si alguien de corazón oscuro se enteraba de que existía un heredero, no dudaría en atacar a la familia. Por ello, kagaya prefería mantener a su hijo oculto de la vista pública.

Si tan solo pudiera hacer que ellos sean felices, si tan solo ellos tuvieran la oportunidad de ser realmente niños.

Suelto una maldición al ver que se cayó la taza que había dejado en la mesa, esparciendo su contenido en el bonito tapete que lo decoraba.

-¿Jia?

Alce la vista encontrando a Amane en la puerta de la habitación, me veía con empatía y no dudo en acercarse para ayudarme a limpiar.

- Lo lamento amane.- susurré. Ella Palmeo mi hombro ligeramente.

- Tranquila, a todos nos pasa.

- Te lo pagaré, bueno, si kagaya quiere pagarme, lo haré.

Ella río suavemente y se puso de pie, haciendo que le imitará.

- Lo hará, yo me encargo de ello. Hablando de eso, él quiere verte.

The First.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora