6. Debe preocuparse por mí

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La idea de comer un pay casero de manzana me tiene tan emocionada que, al final de cuentas, me levanté temprano y, poco después de las nueve de la mañana, le avisé que Noah que estaba lista para salir. A veces mi estómago decide por mí.

Si tuviera que decir cuáles son mis comidas preferidas, seguro que el top 10 sería solo de dulces y de pasteles hechos por mi madre o por cualquier persona con habilidad culinaria. No me gustan los cupcakes y las galletas empaquetadas o de tiendas, les falta algo. Un no sé qué que no podría describir.

Y es por eso mismo que no puedo comer lo que más me gusta con frecuencia. En mi hogar solo se preparan cosas ricas en fechas especiales —cumpleaños, días festivos y similares—. ¡Hace meses que no como un buen pay!

Estoy emocionada.

Noah aparca sin inconvenientes cerca de la zona con tiendas. Como es temprano, quedan sitios buenos disponibles. Cuando vengo con mi familia, llegamos luego de almorzar y hasta tenemos que aguardar en línea a que se libere un espacio para dejar el coche. Jamás he visto la huerta tan vacía.

Desciendo de un salto, llena de energía, y retiro el canasto que he traído del asiento trasero. Aunque hoy está un poco nublado, todavía hace calor y sopla una brisa suave, ojalá que no llueva.

—¿Qué quieres hacer primero? —pregunta Noah mientras rodea el vehículo para aproximarse a mí.

—Es temprano, aprovechemos a elegir las mejores manzanas ahora, antes de que llegue el resto de la gente, y luego ya podremos ir por helado y demás, ¿qué dices?

—Lo que tú prefieras. Conoces el sitio mejor que yo. —Se encoje de hombros.

—Pero quiero que también disfrutes de la cita —insisto.

—Y lo haré, porque estaré contigo todo el día.

Desvío la mirada, incómoda. Aunque sus palabras suenen sinceras, aún me queda la sensación de que es como un robot programado para decir la frase correcta en el momento indicado. No es algo que mencionaré frente a él hasta tener una idea segura de la situación. Tal vez es solo mi paranoia.

—Vamos, las manzanas que me gustan a mí están por aquí. —Cambio de tema y empiezo a caminar por el sendero central de la huerta.

Noah toma mi mano mientras avanzamos. Se ha tomado la costumbre de hacerlo y, a decir verdad, no me molesta. Se supone que es mi novio después de todo. Creo que muchas veces busca mantener la distancia para no incomodarme, y lo aprecio.

Poco a poco me estoy acostumbrando a su presencia, a sus gestos y sonrisas. A la forma en la que me mira de reojo. No sé si él está enamorado de mí, pero sé que yo no estoy enamorada de él. A pesar de ello, tal vez esta relación pueda funcionar. Entre más tiempo pasamos juntos, menos me incomoda tenerlo cerca. Me entretiene con sus conversaciones, cocina bien, es amable y puede hacerme reír. ¡Realmente es perfecto! Si me logra convencer de que me quiere por quién soy y no solo por el deseo, bajaré mis barreras y me dejaré llevar por los sentimientos. Lo prometo. Sé que ese es el único motivo por el que no he caído rendida a sus pies todavía.

Noah tararea una melodía que no reconozco mientras caminamos. A nuestro alrededor hay otras personas que han llegado en busca de las mejores frutas del día. Son mayormente mujeres adultas, abuelas tal vez; no me gusta caer en estereotipos, pero casi todas tienen la apariencia de alguien que cocina dulces riquísimos. Y eso me fascina.

Pasados algunos minutos, escogemos un corredor alejado del huerto en el que crecen mis manzanas preferidas. Se llaman Honey Crisp, son dulces y jugosas. Se ven increíbles y saben de maravilla en cualquier clase de producto de pastelería.

El chico que bajó de las estrellas (COMPLETA)Where stories live. Discover now