20. Debe sorprenderme de vez en cuando

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Noah tiene una sábana blanca encima. Conduce hacia la escuela sin darme una explicación, ¡ese no es el disfraz que iba a llevar! ¿Qué hace? Dos agujeros en la tela le permiten ver con normalidad y, aunque no puedo observar su rostro, estoy convencida de que sonríe.

—¿Qué demonios...? —pregunto por tercera o cuarta vez.

—Te ves muy bien —responde él para cambiar de tema—. ¿El maquillaste lo hiciste sola?

—Victoria me ayudó un poco. Siento que el personaje no queda con mi personalidad, pero sí con mi apariencia. ¿Qué dices?

—Pues... digo que eres la Maléfica más simpática que he conocido. Y no es que haya tenido la oportunidad de conversar con demasiadas —bromea.

—Tú eres el fantasma más sólido que yo haya visto. Por fortuna nunca antes me he topado con otro. Creo que me desmayaría del susto. —Hago una pausa—. ¿No se te ocurrió algo mejor? En serio, pensé que usarías algo... no sé, especial. De hecho, cuando fuimos a la tienda de disfraces...

—¿No soy lo suficientemente atractivo para ti cuando llevo una sábana blanca por encima? —interrumpe. Su voz denota falsa preocupación. Exagera en el tono.

—La verdad que no —admito—. ¿Cómo voy a presumir a mi novio perfecto y atractivo si nadie puede verlo?

—Es cierto. Como ahora soy un espíritu, solo aquellos con dones para lo sobrenatural se percatarán de mi presencia.

—¡No hablo de eso! —exclamo.

—Lo sé.

Llegamos a la escuela poco después de la apertura de las puertas. El aparcamiento está bastante concurrido. Entre los coches caminan vampiros y brujas, piratas y extraterrestres. Veo incluso a un frasco de mayonesa gigante y a un dinosaurio inflable. ¡Amo Halloween!

Han colocado una carpa extensa y alargada frente al umbral. Un montón de calabazas talladas delinean el camino en uno de los costados, en el otro hay un panel con un paisaje de un castillo terrorífico. Cuando llegamos hasta allí, una chica nos detiene y pide que posemos para la foto de recuerdo del evento.

Yo intento poner una sonrisa malvada que seguro se ve horrible. Noah se para detrás de mí y alza sus brazos como si fuera a atacarme. ¡Muero por ver cómo quedará la imagen!

—Gracias, las vamos a subir a Twitter mañana o pasado. Busquen el tag #MountainHighMonsters cuando tengan un rato libre —explica la muchacha—. Prometo que vamos a asegurarnos de que todos se vean bonitos.

—Pues yo seré el más guapo de todos —bromea Noah.

—No lo dudo.

Presentamos nuestras entradas a otro chico de segundo año que está disfrazado de Largo de Los locos Adams. O eso creo, porque sostiene una bandeja con una mano que debería ser Dedos. Y hay un muñeco improvisado del Tío Cosa en el otro lado de las puertas.

La música se oye despacio, todavía no comenzó el baile propiamente dicho. Seguramente van a esperar una hora a que lleguen casi todos los invitados y luego darán inicio a la fiesta.

Noah y yo vamos hasta el gimnasio. Algunos alumnos se giran a vernos, curiosos. Es divertido curiosear qué disfraces llevan los demás, aunque muchos se han puesto máscaras y no puedo reconocerlos.

La multitud es numerosa.

Buscamos a nuestros amigos mientras recorremos el sitio. Por suerte, no tardamos demasiado en encontrar a Azul y a Elliot. Ella va vestida de piloto de avión, creo que mencionó alguna vez que sería Amelia Earhart. Él tiene ropa deportiva. Si no fuera porque lleva una peluca, ni siquiera notaría que usa un disfraz.

El chico que bajó de las estrellas (COMPLETA)Where stories live. Discover now