10. Cartas a la madre que no has sido (II)

6 4 0
                                    

CARTAS A LA MADRE QUE NO HAS SIDO (II)

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

CARTAS A LA MADRE QUE NO HAS SIDO (II)

Hace dos años.

Hola, mamá,

Blake es... increíble. Creo que es el chico de mis sueños. Y olvídate de que es dulce, guapo y simpático. Es inteligente, y no solo para el instituto. Sabe muchísimo de animales marinos y todo lo que tenga que ver con el mar y el océano. ¿Sabías que los pulpos tienen la sangre azul? Yo tampoco. Le fascinan los pulpos, son su animal favorito. Pero también tiene interés por la literatura. Escribe poesía...

Y nos podemos pasar horas hablando. Conversamos sobre todo, pero también hay veces que nos quedamos sin decir nada, tumbados en el suelo de mi habitación.

Es lo suficientemente increíble como para escalar la pared para llegar hasta mi ventana. Él dice que es magia, pero sé que hay una escalera que usa para entrar. Y aún así hago como que me sorprendo cada noche, porque me encanta cómo sonríe.

La primera vez que lo hizo estaba en mi cama, leyendo. Iban a ser las doce de la noche, y escuché unos golpes en el cristal de mi ventana. Lo ignoré la primera vez, pensando que había sido cosa mía. A la segunda me acerqué a abrir la ventana, casi me muero del susto.

Él se rió a carcajadas mientras hacía malabarismos para entrar.

Le hice callar tapándole la boca con la mano y me dio un beso en la palma. Sentí que me caía ahí mismo. Me temblaban tanto las rodillas que tuve que sujetarme a sus hombros cuando se quedó en silencio. Blake me puso las manos en la cintura y me acercó un poco más a él. Estábamos tan juntos que no sabía dónde acababa él y dónde empezaba yo.

Llevábamos unas semanas hablando, pero nunca habíamos hecho esto. Estar tan juntos, tan cerca y tan cómodos.

Nuestros alientos se habían vuelto uno solo y nuestras respiraciones eran erráticas. Me puse de puntillas inconscientemente, e hice que nuestros labios se rozaran.

Un segundo después, me estaba besando. No sé cómo describir lo que sentí en ese momento. Era como si todo mi cuerpo se convirtiera en gelatina y miles de fuegos artificiales estallaran en mi estómago. Suena a fantasía y a algo irreal, pero no lo es. Es real. Blake lo es.

Lleva viniendo a mi habitación desde esa noche. Las horas pasan volando entre conversaciones, besos y caricias. Creo que nunca había sido tan feliz.

Y, sin embargo, siempre hay algo que estropea lo bueno. Anoche Blake me dijo que el curso que viene se va a Londres de nuevo. Dijo que es por la custodia. Sus padres están divorciados, y su padre vive allí. Sé que aún estamos a principios de octubre, pero me duele saberlo tan pronto. Saberlo ya significa que voy a estar contando los días, necesitando que no acaben, deseando poder alargarlos.

—Pero no pasa nada —dijo, acariciándome el brazo—. Tendremos una relación a distancia.

—Eso nunca funciona —me quejé, con una mueca.

—Pero a nosotros sí. Lo nuestro es más fuerte.

Lo dijo con tanta seguridad que me lo he estado repitiendo hasta que me lo he creído. Deseo creerlo. Necesito creerlo.

Lo nuestro es más fuerte.

L.

Cuando la luna encuentre su lugar. [✓]Where stories live. Discover now