Capítulo 21

65 19 10
                                    

PASADO 20

7:46pm

—¿Que ya no me aguantáis más? —bromeo con voz temblorosa.

Salomón suspira con tanta fuerza que sus labios hacen un puchero y me distraen momentáneamente. Hasta que se apoya contra la pared del ascensor detrás de mí, y su frente queda a un centímetro de la mía.

—No, de lo que estoy harto es de que un momento me miréis como si me quisieras fulminar y el otro como si me quisieras comer.

Mi aliento se atasca en mi garganta.

«Miércoles, como que no he sido tan discreta como pensaba».

La mano que tiene debajo de mi mentón se desliza alrededor de mi cuello y a Salomón no se le escapa como me estremezco.

—Decime, catira, ¿tengo chance o no?

—¿Chance con qué? —Tanta sangre corre por mis venas que mi cerebro parece abrumado. Necesito que me lo deletree—. ¿Conmigo?

—No, con la lotería. —Sonríe—. Claro que con vos.

Desfallezco contra la pared y Salomón no acorta la distancia de nuevo. Se espera exactamente en la misma posición donde estaba, observándome con más atención que a un libro de texto.

Quisiera saber qué hay en mi expresión pero aunque quiera modularla, no puedo. Tengo ganas de reír, de llorar, de golpear mi cabeza contra la pared hasta que se me acomode el cerebro en su sitio y arranque de nuevo. Porque esto no puede estar pasando.

Trago grueso.

—¿Y qué hay de la chama con la que estabais muy abrazadito?

Pestañea por un buen rato.

—¿Fabi? —pregunta como anonadado—. ¿La novia de mi mejor amigo Óscar?

—¿Ah?

Una esquina de sus labios tiembla. El brillo terrorífico aparece en sus ojos, el que tiende a desbalancear mi mundo por unos segundos.

—Hoy me iba a reunir a estudiar con ellos y cuando no aparecí, vinieron a ver qué pasaba —explica con tono airoso—. Óscar se tuvo que quedar en el carro porque se me olvidó bajar con el control pa' el portón del estacionamiento.

—Muy bueno todo —comento aclarándome la garganta—, ¿pero pa' qué te andaba abrazando la novia de tu mejor amigo?

—Pues porque —y tiene el descaro de decir esto mientras acaricia mi mejilla con su pulgar—, le conté que hoy probablemente había arruinado todo con la chama que me gusta y le di lástima.

—Y solo pa' aclarar, la chama en cuestión soy yo.

—Pensé que era obvio.

—No, no lo es. —Aprieto mis labios para no gritar—. A cada rato tenéis un desfile de chamas al lado tuyo con las que coqueteáis tanto como conmigo.

Tiene la decencia de encogerse un poco, su nariz arrugada como si le hubieran dolido físicamente mis palabras. Por más ciertas que sean, lamento que hacen que se aleje. Ya su mano no está contra mi piel y da un paso entero hacia atrás.

—No es lo mismo —murmura Salomón, cabeza gacha. Frota una mano sobre su pecho y lo siento en el mío como una mano que aprieta mi corazón.

—¿Y cómo puedo saber eso? —Muerdo mi labio. Mis ojos se agúan más que por el golpe a la cabeza—. ¿Cómo puedo yo saber que no soy otra más del montón? ¿Que no me vas a enrollar y luego dejarme botada por la siguiente?

Salomón pasa su mano por su cabeza y la baja por su cara como exhausto.

—Porque tengo como diez años enamorado tuyo y nunca me he atrevido a intentar nada porque te tengo miedo. —Se ríe sin nada de humor—. He estado en busca de un clavo que te saque de mi pecho y nada, Valeria. Estáis ahí encajada.

Me agarro de la baranda detrás de mí porque esta vez si me fallan las piernas. Esta vez sí me falta el oxígeno.

—Desde cuándo —pregunto sin inflexión, con una voz que no suena mía—. Desde cuándo estáis enamorado.

—Desde tu fiesta de cumpleaños a los doce —contesta sin regodeos.

La vulnerabilidad en sus ojos es como otra saeta. Pero esta sí quebranta mi armadura hasta volverla añicos. Con manos temblorosas, agarro puñados de su franela azul para anclarme en el momento. Para recordarme que esto no es un sueño.

—Yo sé en qué momento fue —susurro halando su ropa hasta que reacciona a acercarse—. Mis amiguitos del colegio me metieron la cabeza en la torta y me puse a llorar. Ese día me había puesto mi vestido favorito y mami hasta me había dejado usar un poco de su maquillaje.

—Tenías nevado de chocolate chorreando por tu pelo. —Sus hombros se sacuden con una risa baja—. Hasta parecía otra cosa.

Le doy un golpecito a su pecho.

—Pero vos —continúo—, le metiste la cabeza a la pobre torta aplastada también y me cambiaste el llanto por risa. Ese fue el momento.

—¿Cómo lo sabéis?

Inhalo profundo, absorbiendo el aroma de su piel perfumada solo por jabón y el suavizante de su ropa.

—Porque ese fue el momento en que yo me enamoré tuyo.

Sus labios se abren al mismo grado que lo hacen sus ojos.

—Ya va. O sea, ¿que no me odiáis?

—No. Para nada. Ni un poquito.

—¿Y entonces hemos desperdiciado diez años como unos mismos pendejos?

—No necesariamente. —Esquivo su mirada mientras aliso su franela sobre su pecho, disfrutando la rigidez de sus músculos y el golpeto de su pulso contra mi mano—. Yo no vine a entender eso hasta hace relativamente poco.

—Pues yo no. —Suena gruñón y en efecto, aprieta sus labios como tal—. Yo lo entendí desde ese momento.

—Pero como que habéis sido tan cobarde como yo.

—No, más.

Me roba el aliento cuando de pronto reduce el espacio entre nosotros hasta que no queda nada. Con una mano acolchona mi cabeza contra la pared. Con la otra, puesta sobre la curva entre mi espalda y mi trasero, me atrae hasta quedar pegada de él. Su nariz roza contra la mía pero ahí se detiene otra vez, con ojos a media asta mientras se pasa la lengua sobre sus labios.

Agarro aire para no desmayarme.

—No, más —repite, su voz ronca—. Valeria, me aterráis. Me tenéis loco. Déjame demostrártelo.

Mis manos acarician sus hombros hasta que me abrazo de su cuello, y ahora sí que no hay distancia entre nosotros. Con mi pecho fundido contra el suyo, Salomón tiene que sentir que a mí también me está volviendo loca.

—Sí, por favor —murmuro, mis labios rozando contra los suyos.

No sé quién se lanza, si él o yo, pero finalmente me da el beso que me debía.

No sé quién se lanza, si él o yo, pero finalmente me da el beso que me debía

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Todo lo que sube tiene que bajar (Nostalgia #2.5)Where stories live. Discover now