Capítulo 19

68 22 4
                                    

PASADO 18

7:11pm

«No lo puedo creer».

Hace, no sé, apenas dos horas, y Salomón había estado a punto de besarme. Es más, en realidad fueron dos ocasiones diferentes en las que casi lo hace. No fui ni siquiera yo la que estuvo a pique. Eso tiene que significar algo.

¿Pero ahora está muy abrazadito con otra?

Un sollozo escapa de mi garganta y pongo mi cara en mis manos, permitiéndome llorar con todo durante los dos minutos o algo que se tarde el ascensor en llegar a mi piso. No quiero que mami me vea así, sobretodo porque sabe que iba en busca de Salomón.

Sé que puede que no sea así. Con todo y lo mujeriego que es, Salomón no es cruel como para jugar con dos chamas a la vez. Lo que sí puede pasar es que a la chama le guste Salomón y haya hecho una movida. Y entre alguien directa y decidida versus una odiosa como yo, la opción es obvia. Si no hubiera llegado tarde... sino hubiera tenido miedo... si hubiera...

No tiene sentido seguir. Intento aclarar las lágrimas de mi cara con mis manos. Lo hecho hecho está. Hoy voy a meterme en la cama a sacar esto de mi pecho y descifrar una forma de vivir con la vergüenza de haberme delatado delante de él.

«Pero... él me siguió».

Ese pensamiento corta a través de la neblina de tristeza como un haz de luz.

Quedo paralizada como estatua. Creo que una estatua tiene más razonamiento que yo. Suspiro y me desinflo.

—Valeria, estáis raspada —murmuro hacia mí misma.

A ver, revisemos el orden de acontecimientos.

Se estaban abrazando antes de que yo llegara, quién sabe por cuánto tiempo y quién inició. La chama no era la ex, así que Salomón no debe tener muchos sentimientos hacia ella. Los chances son altos que ella fue la que lo abrazó. La teoría es corroborada porque cuando aparezco yo y salgo corriendo, Salomón me sigue. Aunque debió tardarse unos segundos en despedirse de ella, sino me hubiera alcanzado.

Pero el punto es que pegó la carrera detrás de mí y no se quedó con ella. Si no le importara, se hubiera quedado enrollado con la chama. Así de simple. Si mi cobardía no se hubiera apoderado de mí, hubiera entendido esto en ese instante y quizás la historia fuera otra. O al menos no me hubiera delatado como la celosa y escurridiza que soy.

Vuelvo a presionar el botón de mi piso. Obviamente él sabe que ahí voy. A lo mejor se dirigirá ahí. Lo puedo esperar fuera de mi apartamento como si de pronto hubiera perdido toda velocidad. Mi pulso se acelera ante la idea.

¿Y si sí termino la noche con un beso?

Una pierna empieza a temblar de los nervios. Presiono el botón otra vez en hábito aunque en realidad no va a hacer que llegue más rápido. Además, tendré que esperar otro poco en mi piso hasta que Salomón me alcance.

Si me alcanza.

Sí. Si me va a seguir. Y yo lo voy a besar.

Mariposas invaden mis venas y causan cosquillas con su suave aleteo. Froto mis manos por mis brazos. Estiro mi blusa hasta que queda prístina otra vez. Aliso las arrugas de mi falda. Paso mi cabello detrás de mis orejas. Aprieto un poco mis mejillas para que se sonrojen. Hago un ejercicio de respiración que ayude a disipar mi lloriqueo por completo.

¿Este ascensor se está moviendo?

Me aquieto. Ni un solo ruido llega a mis oídos.

Corrección, ni un solo ruido que no sea el recientemente acelerado ritmo de mi corazón llega a mi oído.

¿Presiono el botón otra vez o no? Pero eso no funcionó esta mañana.

Ahí es cuando caigo en la cuenta de que estuve atrapada por siete horas en este mismo pajúo ascensor.

—¿Por quéééé carajo tuve que montarme en el mismo? —me reclamo mientras presiono el botón con más fuerza como hizo Salomón.

Inhalo profundo y grito por auxilio con tanta fuerza que me mareo. Ahora no hay nadie que alterne conmigo así que lo intento de nuevo. Golpeo las puertas del ascensor hasta que mis manos quedan rojas y las siento como latir. Ahora estoy sola y es de noche. Si en circunstancias opuestas se tardaron siete horas en rescatarnos, ¿ahora cuántas serán? ¿Un día entero?

Espero que esta vez mami si se de cuenta de que algo anda mal. Aunque es tan despistada que capaz piensa que estoy cenando a que los Rodríguez y de ahí a que se de cuenta de que estoy atrapada otra vez, puede que sea bastante tarde. Y los de la compañía del ascensor solo trabajaban hasta hace dos horas.

Me echo a reír.

Cinco segundos después me echo a llorar. Esta vez ni siquiera tengo el periódico para sentarme en el suelo a esperar. No se me ocurrió ir al baño antes de salir así que soy una bomba de tiempo. Y una comida buena hace una hora no me mantendrá por mucho tiempo.

—Ayuda... —balbuceo entre gemidos y sollozos.

Y para rematar, las sandalias me empiezan a molestar. Como si eso fuera la última gota, estallo en tremendo berrinche nivel niña de preescolar. Estoy segura de que tanto mis ojos como mi nariz chorrean pero qué importa, no hay nadie que me vea. Salomón se va a cansar de esperar en mi piso y se va a llevar mi beso a su casa. Y horas después quizás recapacite de que no valgo la pena.

Qué día de mierda. Y yo que pensaba que iba a ser especial. Pero qué esperaba, si yo nunca he sido conocida por mi buena suerte.

Un crujido que no sale de mi estómago me espanta y me congelo. La cabina del ascensor no se sacude, así que no debe ser que me estoy precipitando al abismo sin control.

El ruido se repite y de pronto las puertas empiezan a ceder. Aparecen unos dedos de por medio y luego las manos completas. Oigo un gruñido familiar y las puertas se abre.

—Uff, en este ángulo costó más —jadea Salomón. Un instante después se asoma por el agujero que esta vez es más grande pero aún no me pone a nivel del piso—. ¿'Tas bien?

 ¿'Tas bien?

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Todo lo que sube tiene que bajar (Nostalgia #2.5)Where stories live. Discover now