Capítulo 20

88 23 4
                                    

PASADO 19

7:32pm

Abro y cierro mi boca. Sus ojos me recorren de pies a cabeza y cuando llega a mi cara se forma una arruga entre sus cejas.

—¿Por qué estáis llorando tanto? ¿Te duele algo?

—Sí, mi pecho.

—¿Qué? —chilla en alarma.

—No, o sea. Me refiero a que estaba en un espiral de pesimismo y de que nadie me iba a encontrar hasta mañana e iba a tener que pasar la noche sola y sin siquiera un periódico y... —Me detengo cuando empiezo a dejar de tener sentido y bajo la cara. Debo verme como una vela derretida, con maquillaje chorreado por toda mi cara.

—Ahh —bufa suavemente—. ¿De verdad pensaste que te iba a abandonar aquí?

—Bueno, no... pero a lo mejor no te ibas a dar cuenta.

—Valeria del Valle —dice aunque sabe muy bien que mi segundo nombre es Patricia—, llevo como media hora esperándote en tu casa. Tu propia madre me mandó a buscarte.

—Ah. —Calor se apodera de mis mejillas—. Sí, okay. Me puse un poquito dramática.

—¿Un poquito? —Sacude la cabeza pero extiende su mano hacia adentro, y como no reacciono agrega—: Agárrala, pues.

—¿Pa' qué?

—Pa' que le deis un besito. —Pone los ojos en blanco—. No, obviamente es pa' sacarte de aquí. Esta vez hay bastante espacio.

Es cierto. Hasta en este momento de bajo coeficiente intelectual lo reconozco. Tomo su mano y luego nos agarramos de las otras. Salomón tira fuerte y...

No contábamos con que mis manos están mojadas por mis lágrimas. Me resbalo y muy tarde reaccionamos. Caigo de culo contra el suelo y la pared y mi cabeza rebota como una pelota de basketball.

Sé que no pierdo el conocimiento porque la palabrota que sale de la boca de Salomón llega muy clara a mis oídos. Aún con los ojos cerrados veo estrellas y siento como si estuviera en bajada en una montaña rusa.

Cuando abro los ojos me duele todavía más y los vuelvo a cerrar. Gimo con los dientes apretados.

—Valeria. ¡Valeria! Abre los ojos.

Profeso una queja incoherente. Que los abra él si quiere, yo me quedo así hasta que el dolor se vaya.

De pronto hay un golpe y mi mundo se tambalea. Un atisbo de preocupación me obliga a abrir los ojos y consigo a Salomón agachado frente a mí. Su mano presiona mi mejilla hasta enderezar mi cabeza.

—Decime qué veis.

—¿No se supone que debéis levantar unos dedos?

—¿Me reconocéis? —pregunta, ignorando mi comentario.

—Salomón del Valle de la Concepción.

Sus labios se estiran en una pequeña sonrisa que no logra borrar la preocupación de sus ojos.

—¿Por qué carajo tenéis las manos mojadas?

Suspiro y mi cabeza cae un poco pero su mano la levanta de nuevo.

—Estaba llorando.

—¿Porque te quedaste atrapada otra vez?

—Sí, por eso —contesto con demasiada rapidez. Salomón entrecierra un poco los ojos.

—Primero lo primero, no sé si tengáis una contusión así que ni se te ocurra quedarte dormida, que no te podéis morir en mis brazos y dejarme traumado de por vida.

—Creo que ahora el dramático sois vos.

Me pone cara de pocos amigos.

—Esto es serio, tu cabeza sonó como una patilla estrellada contra el suelo. Casi me da un infarto.

—Okay, gracias por regalarme otro trauma. —Me encojo ante la imagen tan descriptiva.

—En realidad el carajazo también pudo haber sido tu culo.

—Ya me habías dicho que es bastante grande.

—No, no es grande. Es perfecto pa' mis manos. —Si no fuera porque en ese momento tira de mis brazos hasta ponerme de pie, y porque estoy un poco mareada, le hubiera espetado su buen coñazo—. ¿Te sostenéis sola?

Hacemos la prueba y mis rodillas se aguantan.

—¿Veis? —murmuro mientras inspecciono mis brazos por raspones—. No fue tan terrible.

—Por un momento sí. De verdad sentí que se me salía el corazón por la boca.

Pestañeo.

Salomón se muerde el labio. Sus ojos brillan y no es de alegría.

—¿Vais a llorar? —exclamo.

—Bueno, no. Pero casi. —Se aclara la garganta—. Primero huiste de mí como si yo fuera el chupacabras y después casi te mato por accidente. La gente iba a pensar que me sacaste tanto de quicio hoy que te asesiné a sangre fría.

—Definitivamente sois un dramático. —Limpio el resto de la humedad de mi cara con el reverso de mis manos y a la vez Salomón exhala hasta vaciar sus pulmones.

—Eso na' más me pasa con vos. —Hace una pausa en la que lentamente levanto mis ojos hacia los suyos—. Solo vos me volvéis un pollito sin cabeza.

—Están como mórbidos tus pensamientos. —Sonrío por que se pasa la mano por la cabeza con nervios obviamente a flor de piel.

—Ya, es que me puse a contemplar la vida y la muerte en ese segundo en que parecías más de allá que de aquí.

—Estoy bien. Ahora.

¿Son ideas mías o está más cerca?

No, está más cerca. Salomón levanta una mano para despejar un mechón de mi cabello de mi cara. Deja sus dedos correr por mi cabeza suavemente, y aún así me encojo de dolor cuando llega a la parte de atrás.

—Tenéis tremendo chichote.

—Es el regalo que me merezco en este día tan nefasto.

—No, te merecéis un masaje de cuerpo completo. —Una esquina de sus labios se eleva—. Con gusto te lo doy yo.

—Salomón. —Froto mis cienes—. Deja de jugar conmigo si no vais en serio. Ya no puedo más.

En el silencio que se extiende entre nosotros como un abismo, de pronto Salomón levanta mi cara con un dedo bajo mi mentón. Está aún más cerca, tanto que hace una sombra sobre mí. Sus ojos oscuros, serios, intensos, recorren toda mi cara. Buscan algo en mis ojos que no sé si encuentran, porque baja su atención a mi boca que está abierta porque no me entra suficiente aire.

—No estoy jugando, Valeria. Y yo tampoco aguanto más.

 Y yo tampoco aguanto más

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Todo lo que sube tiene que bajar (Nostalgia #2.5)Where stories live. Discover now