Capítulo 7: La noche olvidada

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Happy.

Eran ya cerca de las 2:00 AM, me removía en la cama pero no podía dormir por más que intentaba. Odio los momentos en los que no puedo dormir, pero en especial, odio no poder dormir esta noche.
Mañana empezaría mi trabajo oficial como "acompañante" de la princesa y si no dormía, no podría estar de buen humor para tratar con ella, haría todo mal y podrían despedirme.
Siendo honesta, es el primer trabajo de verdad que me asignan y aunque las demás digan que es el trabajo más fácil, si hubiera tenido la oportunidad de elegir, me habría dado otro puesto. Es que de verdad nunca fui buena parar tratar con las personas, muy a pesar del buen humor que suelo tener.

Pero en fin, si ya estoy despierta sería bueno aprovechar el tiempo, ahorita nadie me puede decir qué debo vestir, comó debo pararme, cómo debo hablar, ni ninguna otra cosa. Este es mi momento.

Me pare de la cama y no me moleste en cambiar mi camisón, solo me puse una bata de noche encima y salí en busca de la aventura nocturna montada en mis pantuflas de conejo.

Una vez afuera, la verdadera pregunta era ¿qué lugar esperaba por mi?
Primero pensé en la biblioteca pero si empezaba a leer ahora ya no pararía hasta ver que los rayos del sol atravesaran el gran tragaluz de aquel lugar.
Pensé también en cocinarme algo, pero iría a comer solo por gusto de un bocadillo porque hambre no tenía.
Podría tal vez ir al establo y hablar con los caballos, pero no me gustaría molestarlos en sus horas de sueño.

Caminando por el palacio pensando en qué hacer, me llevó sin querer a una de las puertas de entrada del servicio y entonces me dije que tal vez lo mejor sería caminar por el jardín.
Me dirigí a la puerta a pasos apresurados y cuando mi mano estaba a punto de tocar la perilla para abrirla, la puerta se abrió con fiereza por fuera atinando a darme un golpe justo en la cara y que de la sorpresa me mando al suelo.

—¡Happy, perdóname! No te vi para nada —alguien con bastante torpeza se agacho junto a mí, llevé a mi mano a mi frente que fue la principal zona afectada.
—No hay problema los accidentes pasan —abrí los ojos que no supe en qué momento cerré—. Oh Lara, no pensé que serías tú —sí, le dije Lara, no pensaba mantener formalismos en mi noche de aventura.
—Déjame decirte algo, Happy, pero es un secreto —dijo la princesa en un susurro—. ¡Estoy ebria! —una gran carcajada salió de su garganta y rápidamente le tapé la boca con una mano.
—No hagas ruido o nos mandarán de inmediato al calabozo del dragón —Lara abrió muchísimo los ojos y empujó mi mano para que la quitara de su boca.
—¿Tienen un dragón? —reí, realmente había creído que había un dragón.
—No exactamente, es solo Minerva, pero nos matará si sabe que estamos despiertas a esta hora.
Me levante del piso y la ayude a pararse, mas no pude soltarla porque al parecer su equilibrio ya no funcionaba.
—Ven, te llevare a tu habitación —puse su brazo sobre mi hombro para empezar a caminar con ella, pero rápidamente jalo su brazo provocando que de nuevo perdiera el equilibrio.
—No quiero ir a mi habitación, esta es la primera vez que me pongo ebria, quiero hacer cosas de gente ebria —se apoyó en la pared para poder levantarse de apoco—. Quiero que me acompañes Happy, tú serás mi mejor amiga y eso es lago importante porque yo nunca tuve una.
De nuevo reí, apenas y sabe quién soy pero ahora mi nuevo titulo para ella era ser su mejor amiga.

Podría haberla dejado ahí e irme a pasear al jardín tal como había pensado, pero las aventuras nocturnas no se planean y al parecer esta aventura se había aparecido repentinamente como un portazo en la cara, literalmente, así que decidí cambiar el rumbo.

—Bien, Lara, ¿qué quieres hacer?
No dijo nada por unos segundos.
—Quiero tener una pijamada.

¿Una pijamada? Hay de todo en este castillo ¿y lo que se le ocurre es una pijamada?

—Bien, vamos a mi habitación —empecé a caminar de regreso por el pasillo.
—¡Hey! —un grito bajo me hizo parar y voltearme, Lara seguía parada en el mismo lugar— ¿me ayudas? No quiero romper algo y endeudarme hasta la muerte.

Reí de nuevo porque era cierto, incluso pensé que si rompía algo la harían trabajar porque el dinero de la corona aún no es suyo.
El recorrido a mi habitación fue algo tortuoso, Lara se tropezaba cada ciertos pasos y eso la hacía reír y por lo tanto a mí también. La chica parecía una bala, yo no sé cómo es que pudo caminar sola por el jardín o cómo demonios no la escucharon antes con tanto ruido que hace.
Finalmente arribamos al lugar prometidos deje que la chica cayera en mi cama; estoy segura que nada de lo que había en esta habitación estaba lista para lo que sea que fuera a pasar.

—Tu habitación es más bonita que la mía —habló la princesa mientras se estaba con las piernas cruzadas sobre el colchón.
—Estoy segura que no, Lara —deje caer mi peso en la orilla de la cama para medio sentarme y recargarme en uno de los pilares que había en la esquina de la cama.
—Gracias por no llamarme Larazin, nunca me gusto que dijeran mi nombre completo —sonrió hacia mi—, pero en serio, este lugar es más bonito que el mío, creo que porque ya le pusiste tu toque.

Caí en cuanta de que era verdad, pero hacia mucho que lo había olvidado.
Hace tiempo había pedido permiso a Minerva para poder pintar mi habitación y arreglarla como a mi me apetecía y después de tantas súplicas y una audiencia con el rey donde me dijo que "quería que todos se sintieran como en casa", pude hacer lo que yo quería con mi habitación.

—Bien, Lara, ¿ahora qué haremos?
—Pensé en ello cuando veníamos por el pasillo, ¿tienes maquillaje?

Me moví del lugar en el que estaba solo para ir al baño a buscar la pequeña caja de maquillaje que tenía. Nunca había sido mucho, solo dos paletas de sombras, un rímel, tres labiales rojizos y listo, pero esperaba con eso ella se divirtiera un poco.

—Excelente, ahora siéntate que te dejare como el payaso más galante del circo —reí por lo bajo esperando que fuera solo una broma.

Pasó una hora en la que no me dejo hablar porque podría arruinar su obra de arte y cuando finalmente me dejó verme en uno de los espejos de las paletas, una gran carcajada me poseyó. De verdad no podía parar de reír, estaba riendo a tal punto que las lágrimas salían y que Lara me dijera que estaba arruinado su obra de arte me había reír aún más.
Poco a poco mi risa paró y cuando finalmente paré lo único que pude decir fue "soy la mejor versión de un payaso" y ahora fue ella la que rió a carcajadas.

El resto de la noche fue el desastre más divertido, pronto quiso hacer karaoke en mi computadora y mientras dábamos un concierto sobre la cama, Lara cayó cerca de cinco veces, también cayó cuando estábamos saltando en la cama, reímos más cuando empezamos a peinarnos y terminamos con nudos enormes en el cabello.

Después de tantas risas y caídas, llegó la hora en el que el efecto del vino pasó un poco y ella decidió que ya debía ir a la cama.

—Prometo no olvidar nada de lo qué pasó, me divertí muchísimo.
—Cuando quieras, ya sabes donde estoy.
—Realmente siento que serás mi mejor amiga, muchas gracias Happy.
—Mi verdadero nombre es Sadith, puedes llamarme así cuando quieras.

Al final solo me sonrió y termino de salir de la habitación dejándome un completo revoltijo de cobijas que tuve que acomodar para poder dormir.

El decreto del príncipe Where stories live. Discover now