Capítulo 25: Agua cálida y un intento de asesinato.

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Inevitablemente solté una carcajada, que quizá fue más ruidosa de lo que espere.

—Ezra, muchas gracias, pero ya sabes lo que dicen "perro viejo no aprende truco nuevo" y lo último que está en mi lista de actividades es tragar agua de una piscina y sentir que me ahogo.

Ezra se encogió de hombros pero pude divisar que una ligera sonrisa burlesca se formó en su boca.

—A veces vale la pena empezar por el final de nuestras listas, además, ¿viste que en algún momento Arthure se ahogara?
—pues no pero el tenía más ganas de aprender que yo.
—Lara —estiró una de sus manos para tomar una de las mías—, yo voy a cuidarte.

La textura de su mano, el calor que emanaba, su cuerpo frente al mío, el escalofrío raro que me invadió, todo aquello, hizo que en automático mis mejillas se tornaran rojas, quizá no sólo mis mejillas, sino también mi cara completa, sin contar que mi cuerpo se puso más tieso que una pared.

Los ojos de Ezra se abrieron quizá un poco, sus mejillas también se volvieron rojas, lo que hizo que su cabeza pareciera la punta de un cerillo.

Todo rojo.

Un cerillo encendido.

Rápidamente soltó mi mano, se paró firme y llevó sus manos a su espalda.

—Me refiero a que no dejare que te ahogues, no puedo permitirlo, no mal interpretes lo que dije —hizo una mueca—. Bueno tampoco me refiero a que si esto prospera no vaya a cuidarte en todos los demás aspectos, pero específicamente ahora estaba hablando de no dejar que te ahogues —de nuevo una mueca apareció en su cara—. Tampoco quiero decir que no me importe tu bienestar en otros aspectos de tu vida pero para la actividad que estamos cumpliendo ahora, quiero que sepas que no dejare que te pase nada mientras te enseño a nadar.

Las muecas de desagrado y nerviosismo no dejaban su cara y no voy a mentir, me parecía muy bonito que hiciera tales gestos, pero ciertamente no abandonaban su cara y cuando introdujo su labio inferior a su boca para morderlo con nerviosismo, supe que era momento de decir algo.

—Confío en que me cuidarás bien mientras me enseñas a nadar.

Los gestos de nervios dejaron su cara y sus hombros bajaron en un suspiro.

—Vamos por ello entonces.

Extendió su mano en un gesto de darme el paso para caminar a la piscina, así que lo hice.

En cuanto empecé a meterme en el agua, pude sentir que estaba fría, pero cuando mi traje de baño, que ya se había secado, empezó a mojarse, causó que me removiera en unos escalofríos repentinos.

—¿Está fría? —Preguntó aún desde la orilla de la alberca.
—Quizá un poco, pero yo ya me había secado entonces tal vez es ese factor lo que me dio frío.
—Encenderé los reguladores de temperatura del agua, pero tardan un poco en calentar toda la piscina —empezó a caminar hacia una de las paredes que contenía una especie de locker incrustado en la pared, una vez que llegó abrió la puerta de este y movió un par de cosas que hicieron que unas bombas de agua puestas en la pared de la piscina empezaran a soltar agua que salía caliente.

Me moví caminando hacia una de las bombas que tiraba agua lo suficientemente caliente para que ya no temblara.

Cuando Ezra se metió al agua, el frío no lo estremeció, pienso que más bien por ser una persona inamovible y no porque las bombas de agua cálida hayan funcionado ya.

Se movió suavemente hacia mi y se colocó a un lado de mi cuerpo, donde también el agua tibia le llegaba.

—¿Sabes cómo funciona el sistema para calentar el agua de aquí? —Pregunte mientras removía el agua por debajo del borde de la misma.
—Lo sé vagamente.
—¿Puedes explicarme?
—Bueno, no soy ingeniero ni inventor pero todo lo que te sirve para calentar el agua y dar luz en el castillo, lo hacemos con base de energía solar que se recolecta bajo el piso gracias a una gran parte de los muros que rodean el castillo —mientras me explicaba hacía ademanes con sus manos—. No se exactamente cómo funciona pero están hechos de materiales específicos y por medio de tubos incrustados mandan esa energía recolectada a una cámara base en los sótanos del castillo y dependiendo de los interruptores que enciendas, manda esa energía para hacer cosas específicas como calentar esta agua que cada vez que pasa por los filtros es calentada como si pasara por una estufa y cuando sale de nuevo ya filtrada, sale caliente.

El decreto del príncipe Donde viven las historias. Descúbrelo ahora