Capítulo 21

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Capítulo 21

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Capítulo 21

—Esto es como la boca del lobo —rezongó Zack, espiando desde la mochila, cuando bajaban del auto para entrar a la casa.

Ella frunció el ceño. Era consciente de que vivía en uno de los pueblos menos urbanizados de la zona y de que su hogar constaba más de campo que de edificaciones. Pero tampoco era feo. A decir verdad, tenían un lindo jardín trasero.

—Oye... —le susurró molesta.

—Podrían darte un tiro en la cabeza desde una distancia considerable. ¡Mierda! Protegerte aquí va a ser difícil.

—Ya no te quejes, no queda otra.

—¡Entra de una vez, cariño! —la llamó su padre desde la puerta. Él llevaba la pesada valija hacia su cuarto.

—¿Que no me queje? —Zack bufó—. Eres tú la que debería quejarse, siempre es tu vida la que está en juego.

Zoey no respondió. Ya tenía demasiado pensando en su inminente muerte como para que estuviera recordándoselo. Sabía que podía morir, y luchar contra ese saber era difícil para alguien de dieciséis años.

Pero lo cierto era que ahora estaba más preocupada por lo que él pudiera ver en su habitación que por cualquier otra cosa. Recordaba muy bien que tenía una foto impresa de Zackary pegada en la pared junto al respaldo de su cama. No quería pasar una vergüenza terrible. Él podía ser muy molesto con sus burlas cuando quería.

Así que, pensándolo bien, arrojó la mochila, con conejo incluido, al sillón de la sala y subió a toda prisa los escalones hacia el primer piso de la casa. Se encargaría de quemar esa foto, si era necesario, antes de que él la viera.

Su habitación estaba ordenada, no como ella la había dejado el último día de vacaciones de verano, y la foto de Zack y su bella sonrisa estaba aún adherida a la pared con cinta adhesiva. La arrancó, la dobló en cuatro y corrió hasta su pequeña biblioteca, donde guardaba ese diario íntimo de la infancia, ese que se abría con una llave especial. Rebuscó entre los cajones de su ropa interior la pequeña llave y metió la foto doblada entre las hojas del diario.

Una vez que el cuadernito de plástico estuvo bien oculto debajo de la biblioteca, arrojó la llave de vuelta al cajón de sostenes.

—¡Dejaste aquí abajo tu mochila, Zoey!

Dejó salir un largo suspiro. Seguro que ahora Zack se quejaría por dejarlo allí con sus padres en la sala. Bajó las escaleras corriendo y tomó las correas de la mochila. Su madre le sonrió de forma extraña cuando pasó a su lado, pero ella no se detuvo mucho a entenderla. Volvió a su cuarto y dejó el bolso sobre la cama.

—Tú... —chistó el conejo, asomando la cabeza con cautela por el cierre azul—, me lanzaste a un sillón —le increpó.

—¿Y qué? Ni que te doliera. —Ella se encogió de hombros y se agachó frente a la maleta que su padre había subido. Comenzó a sacar algunas prendas para guardarlas en el armario. También sacó el uniforme y lo dejó en la cesta de ropa sucia.

El dije [en Físico]Where stories live. Discover now