|P r i m e r D í a de C l a s e s |

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Hoy no, no quiero ir, quiero dormir, no debí desvelarme acabando de ver una serie de superhéroes con Ethan.

La vida me odia, pero el sentimiento es mutuo, yo también la odio, al menos en este momento.

La película estuvo muy buena, no lo voy a negar, el final fue inesperado, de verdad que no me lo esperaba, no me esperaba la traición, no de ella, no pensé que fuera hacer eso, cometer un crimen de pasión.

Fue muy gráfico y casi vómito viendo toda esa sangre, es... en fin, volvería a ver la serie, claro que sí.

Me levanto sin ganas de la comodidad de mi cama, pareciera ir en cámara lenta, de verdad me da pereza ir, más recordando que soy la nueva y no conozco a nadie.

Maldita sea, necesito socializar.

— ¿Emma? ¿Ya estás despierta?

Por el contrario a mí, Ethan parece emocionado de ir. Tal vez solo necesito interactuar con personas nuevas, necesito nuevos aires, no extraño haber dejado ir la popularidad que me envolvía.

Cuando todo comenzó parecía un sueño, pero esa ilusión duro poco menos de lo que pudiera haber esperado, poco después empezó la presión social, los rumores, los chismes y la falsedad en mi círculo social. No eran más que alianzas de las que no tenía idea.

—Sí, lo estoy. —farfullo.

Me dirijo al armario donde se encuentra toda mi ropa bien acomodada, con tanto tiempo libre esta acomodada por colores, empezando por los más oscuros a los más claros.

Piso un bote de helado y me resbalo sobre el piso, suelto una maldición en voz baja, intentando recuperar el aire.

Una mueca de dolor se forma en mi rostro, mierda esto sí que duele, siento que me voy a morir. Si alguien pregunta me rompí el cuello y morí, por ello ya no podré ir al instituto. Una verdadera tragedia.

— ¿Emma? —abro un ojo para ver a Ethan recargado en el marco de la puerta, mirándome con curiosidad. — ¿Estás bien?

—Cállate estoy muerta, ¿acaso no lo ves? — Vuelvo a cerrar mi ojo derecho, escuchó su risa y yo en un acto muy maduro, le arrojó el bote de helado que provocó mi caída. Ayer fue mi mejor amigo, hoy fue mi perdición.

—Tranquila fiera. — Escuchó sus pasos alejarse, me levanto del frío piso, y miro mi armario, buscando que ponerme ¿Que tenemos aquí? ¡Mi conjunto favorito!

Es una falda rosa y una blusa blanca suelta, con mi tenis negros se verá increíble, esto me devolvió la vida, valla que sí.

Me meto al baño, donde encuentro el bote vacío del champú, ni siquiera el repuesto tiene algo. Olvide hacer la compra ayer, o más bien lo pospuse hasta que me olvide de ello.

Busco en toda mi habitación, intentando que la suerte este de mi lado al menos esta vez, ojalá la suerte me amará tanto como yo la amo.

— ¡Ethan! —asomo la cabeza por la puerta de mi habitación, esperando que responda.

— ¿Sí? — responde el susodicho.

— ¿Tienes champú que me des? —escuchó el sonido que hace el agua al caer y eso solo me indica que está bañándose.

— ¡Si! Trae un bote y lo relleno —indica.

Bueno, ahora a encontrar un bote, el bote de helado no estaría mal. Pero no quiero terminar pegajosa y con olor a fresa, bueno, aunque el segundo punto no está del todo mal.

Perfectamente ImperfectosWhere stories live. Discover now