|I n q u e b r a n t a b l e|

17 4 0
                                    


|Inquebrantable|

═══════ ≪ •❈• ≫ ══════

Podía soportar los tantos rumores que se esparcían por los pasillos, las miradas curiosas y los cuchicheos a mis espaldas, era algo a lo que podía acostumbrarme, ya lo había hecho, en realidad, desde hacía años.

Por desgracia, así es la vida de un adolescente que se la pasa dentro del ojo público, entre revistas de chismes, noticias sobre la empresa familiar, foros y cenas a las que tenía que asistir. No tuve ni una pareja o relación que fuera arruinada por los paparazzi buscando un nuevo chisme para consumirme.

Fue uno de los motivos por el que le roge a mis padres dejarme irme lejos, no podía continuar dentro del ojo público, en donde por una mínima equivocación podría costarte caro; meses de infierno, insultos, ansiedad.

Como si yo no fuera más que una máquina que les daba algo de qué hablar, un montón de rumores, como si yo no sintiera absolutamente nada.

Pero había aprendido.

Que te comieran con palabras ácidas, que buscarán quebrarte en cada oportunidad que les concedías.

Claro que sí, podía con ello.

Pero otra cosa es que te insultaron en cara, muchas veces decimos que queremos que nos hablen de frente y no a nuestras espaldas, pero en la cara duele más, porque significa que creen con fervor lo que están diciendo, tanto como para echártelo en cara. Y duele.

Para hacerte saber sus odiosos pensamientos. Que osado es.

Estar detrás de una pantalla esparciendo odio es más fácil que decirlo en persona.

Pero a tus espaldas, a mi punto de vista, es que no lo creen tanto o no le dan la importancia para decírtelo a ti, que su opinión carece de valentía. Pero solo es mi manera de pensar y ver las cosas, no por ser una víbora que ataca a las espaldas de los demás. Sino por lo dolorosas que son esas palabras.

Tan dolorosas que se marcan en ti por años. «Víbora» «Zorra» «Anoréxica» Tantos insultos que se verdad me había creído.

Que clavaron tanto en mí. Siendo sincera, suelo creer lo que me dicen directamente y no con rodeos sin que yo sea consciente de eso.

Como duele.

Yo no soy inquebrantable, no. Soy solo una humana, tengo debilidades y fortalezas. No soy una máquina. Las inseguridades están allí, esperando el momento para atacar y destruirme como siempre hacen. Dejándome más vulnerable.

Puedo ser fuerte y plantearme dominar el mundo, pero mis inseguridades jamás me abandonaran. Al menos hasta que logre dejarlas atrás, pero es un largo camino, el cual no se recorre en horas, son meses e incluso años de aceptación.

Me amo, pero no es suficiente el amor que me doy a mí misma. Merezco más.

Así que cada palabra se graba en mi mente, como si de pluma y papel se hablara, en el fondo de mi conciencia, están grabadas allí desde ahora y será muy difícil pretender que no está allí, ignorarla con fuerzas, al final mis esfuerzos serán en vano, todo regresa, de la peor forma, siempre lo hace.

"Tan poca cosa, pobre chica, apuesto que le duraras una semana, máximo. Digo, no eres la gran cosa, mucho menos estas a la altura. Mírate, tan pequeña que pareces ratón, y la friz en tu cabello, ni hablar de tus facciones, mucho menos lo desproporcionado que está tu cuerpo, ¿Puedes creerlo? No eres nada y jamás lo serás, por más que lo intentes."

Y su risa, su asquerosa risa, esa que seguía escuchando a pesar de ya haber pasado más de un minuto desde que culminó.

—No reflejes tus inseguridades en mí. —me las arreglo a decir, sin creer ni un poco mis palabras, a pesar de usar un tono lleno de convicción. —No tienes derecho alguno en opinar sobre algo que no te corresponde, no de mi relación y mucho menos de mi cuerpo.

Perfectamente ImperfectosWhere stories live. Discover now