Capítulo 11

85 7 3
                                    

—CAPÍTULO ONCE: Plaza Oeste—

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

—CAPÍTULO ONCE: Plaza Oeste

MARXEL

Tenía la vista fija en las ventanillas del coche mientras dejábamos atrás la Alta Torre. Poco a poco nos fuimos alejando de las monótonas casas y los negocios más caros que rodeaban el edificio. El todoterreno estaba equipado con un motor volátil que nos permitía movernos más rápido. Una tecnología que únicamente mi padre tenía el privilegio de utilizar. Con esta velocidad, me aseguraría que llegaríamos antes de lo previsto.

El mercado de gemas se iba a celebrar en la plaza del oeste. Se notaba en el entorno la emoción de los ciudadanos de la zona élite. La avenida central estaba atiborrada de carteles digitales que mostraban con grandes letras el titular de esta mañana. El conductor nos avisó que las calles que conllevaban a la plaza estaban sobrecargadas de coches y sugirió en tomar una ruta más desviada hacia la entrada trasera del mercado de gemas, puesto que íbamos hacia esa área en especifico. El todoterreno estaba tripulado con la bandera de Prakva a un costado, dos cruces diagonales azules con el escudo de las palomas en el centro, llamando la atención de los demás. Agradecí que nos desviáramos de la aglomeración de personas que iban de camino hacia el evento.

Will y ya íbamos con nuestros uniformes azules del cuartel militar. Me fijé en la expresión de mi amigo, demasiado sereno, como si estuviera concentrado en seguir al pie de la letra el plan que ambos habíamos desarrollado. Mi amigo había sido criado por unos padres estrictos, formales y de alto rango, quienes se encargaron de hacer lo posible para que ascendiera a un buen puesto en Prakva. A pesar de tener una amistad indudable, se dirigía hacia a mí con un desatinado respecto, cuidando de no sobrepasar sus intereses sobre los míos y siendo completamente leal a mi persona. A veces prefería que me contara más de sus deseos y metas, y dejara de lado todo el protocolo. No había abierto la boca desde la mañana y su silencio me estaba llenando de nervios.

El día de ayer bombardeó mis pensamientos, en la forma en que mi padre había discutido conmigo. Un tono de advertencia bastante claro: «no te involucres». Era su manera sutil de rechazarme desde que era niño y por consecuencia, el odio que sentía por él se hacía cada vez más grande. No podía evitar en querer romper esa línea que tanto se me prohibía cruzar.

Solté un suspiro y apoyé la mano sobre la tapicería del asiento. Decidí romper el silencio entre los dos.

—Hay algo extraño con todo esto.

Will se liberó de su propio trance y se volvió hacia a mí.

—¿A qué te refieres, Marxel?

—He visto inquieto a mi padre —le conté—, demasiado inquieto estos últimos días.

Ante su confusión, decidí contarle todo lo que había descubierto sobre la Orden y de la reunión de ayer con mi padre. Explicarle los detalles me permitió liberarme un poco del peso que llevaba encima. La revelación pareció suplantar aquella expresión, porque abrió los ojos y se inclinó para escucharme mejor. Tampoco tenía idea sobre la organización en nuestra contra. Cuando terminé de contarle, se volvió a su asiento anonado y con el ceño fruncido.

Ladrona de EspejosWhere stories live. Discover now