Capitulo 19. "Patos, patos donde sea"

140K 8.1K 538
                                    

—Courtney—

Intento mirar a otro lado que no sea él y sus ojos que me miran muy de cerca. ¿Qué se supone que hay que hacer en una situación como esta? ¿Debo agarrarlo de su camisa de cuadros rojos y besarlo? ¿O esperar que el me bese? ¿O simplemente moverme e intentar decirle que me lleve a casa?, intento pensar que la última opción es la correcta, pero algo dentro de mi me dice que no.

¿Ya vamos a empezar con el lado cursi de telenovela?

Miro a, Matthew, y me doy cuenta que el me sigue mirando aun de cerca, y creo que está muy decidido a besarme o algo por el estilo. Sin darme cuenta, las manos me sudan cuando está más cerca de mí y las rodillas me tiemblan cuando pudo oler su perfume. Ya está demasiado cerca para besarme y para que yo pueda huir.

Va a suceder, va a suceder, respira, es tu primer beso, no te vas a embarazar.

-Claro que no va a suceder, porque no eres una chica fácil con las que el suele meter.

-Uhhhh...

-No, no, no, no, tienes que besarlo.

Desvío un poco la mirada, mientras mi guerra mental sigue y no puedo creer que es lo que estoy viendo.

Hay un pato frente a nosotros mirándonos fijamente. ¿Es enserio?, ¿Qué clase de brujería me aplicaron cuando nací o cuando era pequeña?. yo creía que era suficiente con que fuera un imán de balones, me cayera con todo, y chocara con personas, postes, las sillas se golpearan o el piso se moviera. Maldito destino, ¿Cómo se te ocurre ponerme un pato justo cuando voy a besar a el estúpido de Matthew Smith?

¿Lo ibas a besar?

-Quizá.

Matthew deja de mirarme y mira el pequeño pato que nos mira fijamente. El tampoco sabe qué hacer y es obvio que yo menos. Básicamente, estamos en un aprieto gracias a mi fobia.

—Creo que quiere comida—Murmura.

El pato deja de mirarme y ahora lo mira a él.

—Nos va a comer...—Le digo.

Miro de reojo a Matthew, ya que no soy capaz de mirarlo a la cara después de lo que casi ocurría, y veo que en sus manos tiene un trozo del barquillo del helado. Lo lanza un poco lejos de nosotros y el pato comienza a graznar y se aleja para ir por la galleta.

—Los patos no son tan malos.—Me dice como si nada-

—Solo son malos conmigo... supongo.—Miro al pato que está lejos de nosotros.— ¿Qué hora es?

Espero a que vea la hora en el reloj de su muñeca, pero en vez de eso, ignora completamente su muñeca y busca su celular en el bolso de su jean

—Las cinco y media.

Lo miro intentando averiguar si es tonto de verdad o se hace el tonto. Me sostiene la mirada pero frunce el ceño preguntándose quizá, el por qué de mi mirada.

—Tienes un reloj en la muñeca.—Aclaro.— Pero revisas la hora en tu celular.

—Sobre eso...—Me dice.—No acostumbro revisar la hora en el reloj. No sé porque y no preguntes por qué traigo reloj en la muñeca, porque tampoco lo sé.

Todo se queda en un silencio incomodo. Jamás en mi vida superare que Matthew casi me da mi primer beso, también que un pato me estuvo observando durante un tiempo en el que no fui consciente.

—¿Crees que podrías llevarme a casa?— Le digo sin pensar.

—Claro.

Ambos nos paramos de la banca y yo tengo que mover un poco la rodilla mala, porque me comienza a doler un poco. Me acomodo la falda y ambos comenzamos a caminar. Nadie hablada, ningún comentarios nada, solo nos limitamos a escuchar los pájaros que cantan, el sonido del los patos nadando y las conversaciones de las personas que pasaban por nuestro lado.

Enamorada de la apuesta. (Wattys2015) ¡En librerías!Where stories live. Discover now