La odisea de los sueños

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Entro a mi alcoba a toda prisa para agarrar lo esencial para el viaje mientras que Kilian se dirigía junto a Nath y Milia a hablar con la reina para interceptar los carros de Umbra, pues el punto que se reflejaba en el mapa estaba en movimiento. Está de camino a Tenebis. Suponemos que viene en la caravana que trae al rey Giogeo y a la princesa Odea, ya que ellos fueron los que la apoyaron en su dictadura. Siento un revoltijo en el estómago que me da ganas de vomitar. Una parte de mí dice que debo perdonarla. Quiero hacerlo ¿Quién no quisiera tener una bonita relación con su madre? Pero los problemas se acumulan y un gran dolor me lo impide, y este tiene nombre: Ángela. Cada vez que pienso en perdonarla, en darle una oportunidad, la imagen de Ángela aparece en mi cabeza. Era mi primera amiga, ella era mi única amiga. La primera en mirarme en un mar de gente que acostumbraba ahogarme ¿Cómo puedo olvidarla? El corazón aún se me estruja cuando pienso en ella. Por mucho tiempo me culpé por su muerte. Fuero Kilian y Dimitry quienes me hicieron entender que yo nunca sostuve el puñal, pero aún así algo pesa en mi interior.

Al ingresar al cuarto, encuentro a Dimitry sentado a los pies de mi cama con una expresión penumbrosa. Lo busqué por todos lados hace unos momentos ¿Dónde mierda estaba?

—¿Estás bien?—pregunto sentándome a su lado.

—Me dijeron que me buscabas—afirma mirando sus pies petrificados.

—Sí. Encontramos a Domina—informo sin mucha emoción. Me preocupa cómo se ve. Tan decaído. Tan...triste—¿Está todo bien?—insisto—¿Volviste a pelear con Nill?

Me niega con la cabeza, puedo dice:

—Bueno, sí. Pero es otra cosa.

—¿Qué es?

—Si te cuento, tienes que prometerme que no se lo dirás a nadie—En ese momento voltea a verme y puedo distinguir un destello de desesperación en sus ojos.

—Te lo prometo—juro apoyando una mano en su hombro. Entonces él suspira.

—¿Te acuerdas de esos sueños que me contaste una vez?—Asiento sin interrumpirlo. Su voz parece comenzar a quebrarse—¿Los sigues teniendo?

Pienso con detenimiento ¿Hace cuánto que no sueño? Ya casi ni siquiera recuerdo el último sueño que tuve.

—No desde que llegamos aquí, creo—respondo algo confundida. Ya no puedo pensar con claridad—¿Por qué?

—Es que...—comienza a decir para perder los ojos en algún lugar de la habitación—estuve teniendo sueños muy extraños en estos días.

—¿Qué clase de sueños?—le pregunto. Mis sueños eran extraños. Nunca supe si significaban algo porque no se relacionan con el futuro ni con el pasado. Eran como caminos que no puedo seguir o que no seguí.

Dimitry suspira con fuerza. Sus manos se frotan entre sí mostrando su nerviosismo. Pero no guarda silencio. Habla.

—En ellos hay una persona—Sus ojos comienzan a cristalizarse—. No la conozco, pero no se va de ellos y...siempre está cerca de mí. Me habla dulce como si estuviera coquetéandome. Se pega a mí. Me pide que haga cosas...

—¿Qué cosas?—pregunto. Necesito que repare más en esos detalles.

En ese momento se voltea y me encuentro con unos ojos que dejan caer una pequeña lágrima de desesperación.

—Daño—afirma con la voz cortada—. A Nill. A los príncipes. A la princesa. A la reina. Al rey. Y, sobre todo, a tí—Siento mis bellos erizarse al escucharlo. Cada palabra me ha causado un miedo atroz—. Lo siento, no quiero recordar eso. Es como si no me permitiera olvidarlo. Cada vez que se me acerca, me seduce, y antes de despertar es Nill el que nos descubre y sé que termina odiándome—Se toma la cabeza intentando soportar la presión. Pero sé que no es fácil hacerlo solo. Así que me acerco a él y lo abrazo con fuerza. Me corresponde el abrazo. Se siente confiado de llorar en mi hombro. Lo oigo sollozar y lo abrazo con más fuerza—. Sé que son solo sueños, pero yo nunca sueño. Y no puedo olvidarlo al despertar.

KILIAN: Presas y cazadoresOnde histórias criam vida. Descubra agora