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Sensuales seguidores, esperamos hayan tenido un excelente Miércoles.
Antes de que finalice el día queremos compartir con ustedes los ganadores del desafío semanal. Tuvimos una competencia reñida y algunos relatos lograron que nos transportáramos a ese hermoso atardecer en la playa.
En esta ocasión tenemos 5 ganadores. ❤
Sin más preámbulo, nos vemos este viernes con un nuevo desafío.
*La forma en la quese muestran los participantes no tiene un orden en específico.
Aparecer de nuevo en este sitio me causó sorpresa, nostalgia, y tristeza. Observé la playa que tenía ante mis ojos con una espectacular y arrolladora puesta de sol, se me encogió el pecho.
—Tranquilízate, Delia —mi hermano me agarró la mano y toda sensación oscura desapareció de mi mente, sentí una paz impoluta.
Sabía lo que eso significaba, pues encima me había traído al sitio que solíamos visitar hacía trescientos años, con nuestra familia.
—¿Voy a morir, Alex? —mi hermano posó su brazo por encima de mis hombros y asintió.
Recordé lo que había pasado en la realidad, y no en esta parte alterna de mi imaginación, un hombre lobo me había atacado, inyectado su veneno en mi cintura.
—No hay dolor, Alex. Creo que... creo que estoy lista para morir —miré a todo mi alrededor, ya había vivido lo suficiente.
Una eternidad junto a mi hermano era lo que deseé cuando nos convertimos en vampiros pero, no entendía porqué, ahora no me importaba nada, estaba lista para marcharme.
—De eso se trata, por eso estamos aquí —apartó los mechones que caían por mi cara—. Estabas sufriendo en ese estado, debía hacer algo.
—Hurgar en mi mente no está bien, hermano —reí, y una lágrima brotó de sus ojos—. Todo estará bien —lo insté a hacer aquello que debía y le estaba dando tantas vueltas.
Cerró los ojos con fuerza y sentí como una estaca de madera atravesaba mi corazón, no importaba, encontraría la paz.
Las olas chocaban con las rocas cercanas a la orilla. El sol se iba escondiendo mientras el cielo a su vez cambiaba de color. El último día de clases sería el día siguiente y por más que la mayoría decían que querían irse de una vez por todas, sabían que en el fondo querían que ese día durase para siempre.
Noah, mi mejor amigo, pasó su brazo derecho por encima de mi hombro, juntándome a él. Besó mi coronilla y se quedó mirando fijamente como el sol ya se había escondido por completo.
