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Las manos me tiemblan y los nudillos me duelen cuando chocan contra el cristal templado de la puerta. Me obligo a apretar los dientes cuando un dolor me aborda por toda la cintura, poniendo en duda si alguna de mis costillas está rota. 

Estúpidas decisiones "buenas" que he decidido tomar. No, no, mejor dicho: estúpidas decisiones que ha tomado mi yo ebrio y bocón. Según dice que lo que manifiestas ebrio lo piensas sobrio, pero estoy seguro que yo jamás pensé que Carlee era una "desairada cabeza hueca que me quiere succionar el alma"... aunque quizá si llegué a pensar que era una egoísta y que necesitaba dejarme ir.

Y ni respirar puedes del dolor, Anthony. 

Me recargo en el marco de la puerta y toco nuevamente al no obtener respuesta alguna. Estoy completamente seguro que Courtney está por ahí. Sé de antemano que ella no es muy amante de las fiestas y que lo más probable es que se haya quedado a dormir en vez de ir a la fiesta de la bodega; aquel lugar donde dio el show de su vida. Sin embargo, dudo aquello cuando veo que nadie atiende. Me recargo en el marco de la puerta y cierro los ojos sólo para pensar un mejor lugar al que ir.

Pero nada llega a mi cabeza.

La puerta se abre de golpe y observo que el rostro de la chica frente a mí cambia drásticamente del enojo al pánico. Se lleva las manos a la boca y confirmo que mi aspecto es terrible. Lo primero que ha notado es seguramente la sangre que tengo por ahí, pero lo primero que yo he notado son sus ojeras y que ha cortado su cabello.

Y tengo la ligera sospecha del porqué lo ha hecho, pero me reservo cualquier comentario e ignoro que la razón de sus ojeras podrían ser culpa del gran idiota de Scott.

—¿Qué rayos te pasó? —pregunta en voz baja dando un paso en mi dirección.

No entiendo porque mi reacción es alejarme de ella y de su tacto. Es casi como si mi cuerpo ordenara que me aleja de cualquier humano para ponerme a salvo; para evitar sufrir. La cuestión es que, creo que ella podría resultar un lugar seguro. Y eso es confuso para mí.

—No tengo que darte explicaciones—¿o sí tengo que decirle la razón de todo esto? —. Pero no tengo a donde ir—susurro.

Mi comentario no ha sido el más amigable, pero no sé qué hacer con lo que siento cuando la veo; no tengo idea de si hacerle caso a mis impulsos o salir corriendo para salvarla de toda la miseria y el dolor que cargo. No sé si mostrarme débil por una sola vez y hacerle saber que ella hace que baje mis escudos.

—Entonces, ¿qué haces aquí si no me vas a explicar qué pasa?

Mi cabeza se queda en blanco, ¿Cuánto tiempo habré fingido ser tan fuerte para creer que la debilidad es algo malo? ¿Cuánto tiempo habrá pasado desde la última vez que me cuestioné si todo estaba bien? Ni siquiera puedo mirarla a los ojos cuando su voz molesta me pide respuestas. Algo me dice que aquellos tiernos ojos pueden ver el desastre interno que se forma a cada segundo, pues no encuentro otra respuesta a la paciencia que tiene conmigo.

—James, ¿qué pasó?, ¿quién te golpeó?

Suspiro pesadamente y cierro los ojos con fuerza, provocando que mi ceja duela.

—Los amigos de Carlee, ¿contenta? —observo que la castaña retrocede un paso, ofendida por el tono de voz que he usado, así que lo siguiente que digo intento hacerlo de una forma más amable—: pero no es nada grave.

Y si creí que la paciencia de Courtney era infinita, ahora noto como comienza a agotarse.

—Bueno, si no es nada grave puedes irte.

Sólo bastan unos segundos para verla suspirar e intentar cerrar la puerta de la casa. Mi corazón se detiene cuando ve aquello, aunque por mero impulso detengo la puerta antes de que se cierre por completo.

Enamorada de tiWhere stories live. Discover now