· C u a r e n t a · (FIN)

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🎶 Lover 🎶

"Can we always be this close forever and ever?"


Nunca imaginé que cambiar de trabajo fuese tan estresante, incluso en el buen sentido. Los compañeros del Roller Burger me hicieron una fiesta de despedida. Cuando terminó mi último turno Rachel me pidió que pasara a la despensa a comprobar un pedido. Después fingió encerrarme allí y cuando por fin me abrió, cinco minutos después, mi hermano, Adrien, Finn e incluso Ronan estaban allí.

Todavía me estoy acostumbrando a la rutina con los Harrison y armándome un plan de estudios para la universidad, aunque antes me sacaré el carnet de conducir. Sé que en la ciudad no lo necesito, pero Robert dice que me dejará coger el coche para ir a recoger a Delilah si lo consigo.

Al final he decidido no vivir con ellos. Aunque Adrien se vaya, estoy muy feliz en el apartamento. Sé que me dolerá verlo sin sus cosas, será como si una parte de mí se vacíe, pero espero que el tiempo me ayude a superarlo.

Cuando llego a casa después de haber acostado a Delilah y de servir la cena a Connor, me encuentro a Adrien terminando de preparar la nuestra. El trabajo con los niños acaba siendo más cansado que en el Roller y también son más horas, así que él ha optado por preparar más veces la comida y cargar con buena parte de la limpieza del piso.

—Buenas noches —saludo mientras dejo el bolso a un lado de la puerta.

Me acerco a ver qué es lo que huele tan rico. Salmón con puré de patatas.

—Tu hermano pregunta si queremos salir a ver una película y cenar este fin de semana.

—Vale. Me gusta quedar con ellos.

En especial ahora que ninguno tenemos que escondernos. Llego a su lado y le doy un abrazo.

—A mí también —bromea. Me da un beso en la mejilla como saludo—. Ni que fueran mis mejores amigos, ¿verdad?

—Al final lo echarás de menos y todo, ¿eh?

Quien lo harás serás tú, Gia.

—¿El qué?

—Esto, la ciudad —hago un círculo con el dedo índice, como si señalara todo a nuestro alrededor—. Cuando te vayas a Miami, quiero decir.

Adrien apaga la vitrocerámica y aparta la sartén con el salmón. Cruza los brazos y se apoya en la encimera.

—No he dicho que haya aceptado el trabajo, Gia.

—Bueno, pero lo vas a hacer, ¿no?

—Eso es algo que has dado tú por hecho —Recalca y eleva un poco las comisuras de los labios—. En realidad, hace una semana que lo rechacé.

No me lo puedo creer. Me atraganto con sus palabras y tengo que preguntar:

—¿En serio?

—Sí, pero como no has preguntado, no te he dicho nada.

—¡Adrien Hall! ¡Pero si es una gran oportunidad! ¿Por qué lo has hecho?

El corazón me va a mil. Estoy enfadada porque la desperdicie. De verdad que sí...

Pero no puedo contener la llama de felicidad que empieza a recorrerme al darme cuenta de lo que eso significa.

Se queda aquí.

Conmigo.

—Sí, lo es, pero no sirve de nada si la gente que quiero está lejos. Vivir solo en Miami no es tan atrayente, no importa el dinero que me ofrezcan. Te aseguro que más ceros en la cuenta bancaria no compran la felicidad.

Un Inesperado NosotrosWhere stories live. Discover now