CAPITULO 22.

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(***)

Al decir esas palabras sentí como algo dentro de mí se derrumbaba poco a poco, Theo se quedó estupefacto mirándome, no dijo nada, pero pude ver en sus ojos como dolió cada una de mis palabras, a mí también me dolieron, pero esta vez no daré mi brazo a torcer, esta vez no solo yo me iré con el corazón hecho mierda.

Luego de unos segundos de pura tensión un doctor salió a avisarnos que tanto Maya como la pequeña Valentina se encontraban fuera de peligro, a la bebé la tendrían por unas semanas en la incubadora, mientras que Maya dentro de cuatro días se podría ir a casa con Ezra, este entró a verla a una sala aparte y yo me quedé sentada ahí con Theo observándome.

— ¿lo dices enserio? —preguntó con la voz entrecortada.

—jamás he hablado tan enserio en mi vida.

¡mentirosa! Gritó mi conciencia.

—si es lo que quieres respeto tu decisión— dijo bajando la mirada— sé que no me has perdonado, y lo entiendo, tomé una mala decisión, estaba ebrio y no medí las consecuencias, pero quiero que sepas que en ningún momento sentí algo por ella, en mi mente solo estuviste tú, siempre estarás tu...

—no quiero que sigas hablando— le interrumpí.

—al menos déjame decir unas últimas palabras antes de irme de tu vida como tanto deseas— susurró dando un paso lejos de mi— eres y serás la única mujer por la que sentí cosas increíbles y juro jamás olvidar cada cosa de ti— alzó la mirada y sacó una pequeña bolsa de seda de su chaqueta— esto lo hice para ti— acarició la bolsa y la tendio hacia mi— y no digas que no la aceptaras, es tuyo, no hago nada más que deprimirme con esto— tomó mis manos y puso la bolsa en medio de ellas— sé que te gustará, y espero que algún día me perdones.

—Theo...

—no— me interrumpió— no digas nada ¿sí? — sonrió con pena antes de alejarse— gracias por hacerme sentir como si cada día valiera, Aurora Green, serás siempre mí mayor amor en muchos años.

Él salió del hospital dejándome con las palabras en la punta de la lengua, aunque si soy sincera, admito no podría decir nada, abrir la boca en este momento seria llorar sin control y este no es el lugar para un corazón roto.

—ya puedes entrar a verla— espetó Ezra haciéndome saltar en mi lugar— ¿qué pasó? Luces triste, bueno, más que antes.

—no es nada— respondí respirando hondo y conteniendo las lágrimas.

— ¿y Theo? — preguntó mirando al alrededor.

—se fue.

—entonces ¿definitivamente tú y él...?

— ¿terminamos? — lo interrumpí— sí, todo esto se acabó definitivamente.

—lo siento— me miró con pena y luego miró la pequeña bolsa que aún tenía en mis manos— ¿qué es eso?

—no lo sé— respondí observándola— y tampoco quiero saberlo.

Le entregué la bolsa y me dirigí al baño, necesitaba un momento en el que nadie me mirara a la espera de que empezara a llorar. Ya dentro de este dejé que silenciosamente las lágrimas cayeran por mis mejillas.

Según papá, el paso número uno para que las cosas duelan menos es llorarlas, pero en mi caso, mientras más lloro más me duele.

Unos minutos bastó para que me alivianara un poco, cuando volví a salir una enfermera nos llevó a Ezra y a mí a un gran cristal por el cual podíamos observar a la pequeña Valentina en su incubadora.

AURORA© || ✔||Where stories live. Discover now